Los vecinos de Las Pedroñeras,
donde cuentan que se produce uno de los mejores ajos morados del mundo, están
alarmados ante la entrada masiva de ajos procedentes de China. El mercado es
así. Ya dijo Victoria Bekham cuando llegó a España acompañando a su marido
futbolista que España olía a ajo. Más tarde lo negaría en Vanity Fair. Este es el país del ajo y
agua. Hoy he pretendido comprar unos pimientos de Padrón y al mirar la caja he
descubierto que no procedían del pueblo de Rosalía Castro ni tan siquiera de Iria
Flavia, donde estira la raspa C.J.C., que está a tiro de piedra, sino de
Marruecos; también, unos espárragos enlatados en Navarra, que resultaron estar
cultivados en Cáceres, unos pimientos del piquillo manufacturados en Tudela
aunque importados del Perú, unas patatas llegadas desde los campos de Francia,
unas nueces que parecían tener buen aspecto, muy insípidas, importadas de
California, y así todo. ¿Alguien sabe de dónde procede el pescado que comemos?,
¿y el marisco?, ¿y la carne?... España está dejando de ser un país industrial y
es difícil encontrar una empresa que invierta en I+D+i. Estamos volviendo a una
economía basada en la agricultura y en el turismo. Este país se está
convirtiendo en un corral de comedias donde los camareros, con todo mi respeto
para ellos y su digno trabajo, y los mangantes vendedores de humo, son los
verdaderos protagonistas de la escena. El que piense que Blesa, Rato o
Urdangarín puedan ir a la cárcel por sus presuntos delitos es un incauto de
tomo y lomo. Hasta el Fiscal General del Estado tuvo que reconocer el pasado
mes de abril delante de Gallardón, del presidente del CJPJ y del T.S. Carlos
Lesmes y de la defensora del pueblo, Soledad Becerril, con motivo de la
presentación del Libro Blanco del Ministerio fiscal, que la Fiscalía está manejada
por los hilos del Gobierno. Antes perderán el empleo los jueces encargados de
juzgarles. La pasividad de la
Fiscalía ante los papeles de Bárcenas, ante los presuntos chanchullos económicos de la
infanta, ante la presunta financiación irregular del PP, etc., son prueba
inequívoca de lo que afirmo. Se desgastan jueces en el cumplimiento de su deber
ante la pasividad de sus órganos de control y el ciudadano corriente está ya
harto de no ver reconocidos sus derechos más elementales por parte de un
Gobierno que no “afloja” en su reducción de gastos. Rajoy es el nuevo don
Tancredo, que espera de forma insensata que Europa tire del carro para que
España pueda asomar la cabeza del lodazal, sin hacer él nada por remediar una
situación angustiosa que le supera. Ni las exportaciones van bien, como señala
el presidente, ni el desempleo mengua, como cacarea la ministra Báñez. Nadie
sensato cree ya en las mentiras de un Ejecutivo que sólo da palos de ciego.
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