En honor a la verdad, confieso
que todos los días leo a don Antonio Burgos en ABC de Sevilla y que, la mayoría
de las veces, me encanta lo que cuenta: “Cabalgar balcones”, “Otra de
rebujito”, “Gorrones de balcón”… Ya quisiera yo tener el aseo y la agilidad de
pluma que posee don Antonio y referir lo que sea como él lo cuenta, con esa
estética descontentadiza y culterana donde procura sugerir más que nombrar.
Pero hoy, con su artículo “Podemos”, debo decir que en poco estoy de acuerdo.
Estoy de acuerdo con él, eso sí, que “su programa electoral -en el de Pablo
Iglesias- cabe en un librito de papel de fumar, de fumar porros”, o de fumar
“Ducados”, de ese que ahora venden en botes a 12’10 euros los 75 gramos y que yo lío y
enciendo cada vez que le leo con devoción de aficionado currista. Oiga, señor Burgos,
¿en qué quedó el programa electoral del PP con el que se engañó a multitud de
españoles que le votaron mayoritariamente un 20 de noviembre? Dice que “podemos
temer que Madrid sea La Habana
con más perroflautas”. Hombre no. La
Habana, como expresó usted en la letra de una canción que me
encanta, es Cádiz con más negritos. Madrid es otra cosa, hombre de Dios. Como
cuenta Agustín Lara en la letra de su chotis, “Cuando llegues a Madrid, chulona
mía/ voy a hacerte emperatriz de Lavapiés; / y alfombrarte con claveles la
Gran Vía, / y bañarte con vinillo de
Jerez”. También estoy de acuerdo con don Antonio Burgos con “el error, el
inmenso error del Dedazo de Rajoy al poner a un tío que no conoce nadie y nadie
sabe aún cómo se llama, si Juanjo, si Juanma, si Montero Bonilla, si Moreno
Montilla o si Montilla Moriles”. En el resto de su artículo en poco estoy de
acuerdo salvo en la ducha de agua fría recibida por Arias Cañete. Lo siento señor
Burgos, alguna vez no me gusta lo que usted escribe, de la misma manera que
alguna vez no me gusta como resuelve con la espada El Fandi. Seguro que mañana
pensaré de otra manera, cuando vuelva a la barrera de sombra de mi pequeño
habitáculo para leer “El recuadro” con
la ilusión de siempre. Pero hoy, lo siento, ni vuelta al ruedo ni oreja ni ná.
No pasa nada, un mal día lo tiene cualquiera.
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