Es difícil tratar de explicar a
los ciudadanos qué es la democracia y, menos aún, que éstos entiendan la
necesidad de que España sea un Reino, cuando venimos de cuarenta años de
franquismo, cuando la Segunda Restauración
monárquica la hizo Franco y cuando el país se encuentra manejado por una
aberrante y vergonzosa oligarquía de partidos que imponen unas listas cerradas
elaboradas por los amos del cotarro en todos los comicios. En España, ya lo
decía Manuel Martín Ferrand, las apariencias alcanzan jerarquía de realidad. El
Gobierno se empeña en decir que el paro disminuye y que las exportaciones van
mejor que nunca. Y los ciudadanos no entendemos qué es lo que se exporta con
tanto éxito comercial y en qué lugar se oferta trabajo digno. Rajoy, a mi
entender, es lo más parecido al tío Babú, aquel agricultor toresano que tenía
unas tierras en el pago de Bardales. Un
año en el que había una pertinaz sequía se perdió buena parte de la cosecha. EL
tío Babú se acercó hasta sus tierras y tras haber observado las desastrosas
consecuencias de la falta de lluvia regresó desolado a Toro. Pero antes, se
metió en el Duero, se bañó él y bañó también a las caballerías. Y al llegar a la Ciudad de doña Elvira
comenzó a decir a los ciudadanos que se cruzaban con él la manera en que
diluviaba en Bardales. Pero los toresanos no le creyeron por tener fama de
mentiroso, se rieron de él y hasta le compusieron una canción: “¡Cómo llueve
por Bardales, / tío Babú, tío Babú, tío Babú!/ También por Valdelespino.../ Los
albillos de Marialba, / tío Babú, tío Babú, tío Babú, / se los ha llevado el
río...”.
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