En septiembre de 2002 José María
Aznar casaba a su hija Ana con Alejandro Agag en el Monasterio de El Escorial. Más tarde se
supo que Francisco Correa (el artífice de la trama Gürtel) pagó 32.452 euros
para el sarao posterior en la finca Los Arcos del Real, destinada a la cría de
caballos, que fueron destinados (según comunicado de Agag al diario El País) a
la iluminación de la fiesta. No podía ser menos. Aquella era una fiesta para
iluminados del PP, los mismos que ahora nos gobiernan sin tener un proyecto
político definido ni un programa político convincente, pero que insisten en
decir a los sufridos españoles que “hemos vivido por encima de nuestras
posibilidades”. Pero el pasado, pasado está y aquella boda excesiva que fue
tratada como una boda de Estado, con la asistencia de los Reyes de España y los
primeros ministros de Reino Unido e Italia, pasó al olvido de todos. Lo que
aquí recuerdo ahora viene a cuento con la próxima boda de la hija de Luis de Guindos el próximo día 26 de julio en
el Palacio Real de la Granja
de San Ildefonso, concretamente en la Real
Colegiata de la Santísima
Trinidad, propiedad de Patrimonio Nacional, donde reposan los
restos de Felipe V y de su esposa Isabel de Farnesio. No acabo de entender que
un ministro, en este caso de Economía, utilice un espacio propiedad del Estado
y mantenido con los impuestos de todos los españoles que lo estamos pasando tan
mal en beneficio propio. Ya puestos, que Patrimonio Nacional le preste a De
Guindos el Rolls Phantom IV con el que
el príncipe Felipe y Letizia Ortiz
recorrieron Madrid el día de su boda. ¡Qué menos! En contraposición, a
cualquier ciudadano del común que desee visitar esa Real Colegiata se le exige
la compra de una entrada de visita al Palacio, como sucede en Aranjuez, en
Riofrío, en Yuste… y hasta en el Valle de los Caídos. Los bienes de titularidad
del Estado, mantenidos con los impuestos de todos, y no me canso de decirlo, no
deben servir de marco para bodas de hijos de ministros, pese a que tales organismos públicos dependan del
Ministerio de la Presidencia. Lo
de Aznar fue un exceso de libro. Lo de Guindos, si la boda de su hija se
celebra en la Real Colegiata,
también.
No hay comentarios:
Publicar un comentario