Hace ya muchos años que
desapareció en este país la llamada “prensa del Movimiento”, aquella red
fundada por una ley de 13 de julio de
1949, de derivada de una orden de 10 de agosto de 1938 donde en su artículo primero se disponía
por el Ministerio de Gobernación y por el Servicio Nacional de Prensa “de todo
el material de imprenta que apareciera en las ciudades que se fueran ocupando
por las tropas nacionales”, que pararían
a depender de la Delegación Nacional
de Prensa y Propaganda de Falange. Ahí se incluía todo: edificios, redacciones,
máquinas y material de talleres gráficos. Algo parecido sucedió con
determinadas emisoras de radio, que conformaron la Red de Emisoras del Movimiento
(REM) y la Cadena Azul
de Radiodifusión (CAR). La “reforma Romero” de 1966, siendo ministro Utrera
Molina, cerró muchas cabeceras (“Arriba España” de Pamplona, “Amanecer” de
Zaragoza, “La Tarde” de Málaga, “La Voz de Castilla” de Burgos,
“Alerta” de Santander, etcétera) una vez cuantificadas sus pérdidas, que
sobrepasaban los setecientos millones de pesetas de la época. Otras cabeceras
cambiaron de nombre (“Lucha” en Teruel, que ahora se llama “Diario de Teruel”,
“El Correo de Zamora” que se llama “La Opinión”, etc.). Y algunos tuvieron peor suerte,
como fue el caso del rotativo “Madrid”,
que había comenzado su andadura el 8 de abril de 1939 en los locales
expropiados a “Heraldo de Madrid” y “El Liberal” y cedidos en alquiler a Juan
Pujol, ex diputado de CEDA. En 1947 cambia de ubicación a General Pardiñas
esquina a Maldonado. En 1962 la cabecera cambia de propietarios (FACES) y en
1966 Rafael Calvo Serer (del Opus Dei y partidario de Juan de Borbón) se hace
con el control y nombra a director del diario a Antonio Fontán, que firmaría su
sentencia de muerte un artículo de 1968 donde, entre líneas y rebozando una
sutil comparativa del dictador con De Gaulle, pedía la dimisión de Franco, lo
que supuso una suspensión del diario de dos meses. En noviembre de 1971, una
excusa de índole económica sirvió para llevar a cabo la “venganza” de Franco.
Se canceló el periódico y se prohibió su publicación, hasta que en abril de
1973, tras haber sido adquirido por una inmobiliaria se voló con dinamita todo
edificio neobarroco que sólo tenía 25 años de antigüedad. Pero, por qué cuento
ahora todo eso? ¿A santo de qué?, se preguntará el lector. Cosas mías. Acabo de
leer un artículo de opinión (“Ahora Podemos”) en un diario de provincias que me
ha llenado de indignación. Su autor, Luciano Pajares Beato, señala sin despeinarse:
“Hace muy poco hemos comprobado que los medios promocionan desde la payasada,
al personaje histriónico de ademanes y palabras estudiadas. Y vimos en la
representación de la entrevista con D. ª (sic) Esperanza Aguirre, que ella contestó
a sus preguntas, pero él, [se refiere a Pablo Iglesias Turrión], se hizo el
sueco y sí insultó y demostró su poca educación y su falta de un mínimo de
respeto a otras ideas. A mí, con sus gestos estudiados y su repertorio
aprendido y ensayado, me recordó a «El Gran Dictador» de Chaplin, en toda su
cómica y penosa expresión”. Y sentencia rotundo Pajares: “Con tanto mando de
poco seso y poca cabeza vamos al Podemos (sic) y que siga la juerga progre del
desastre”. Amén. Pues nada, se impone la “reforma Pajares” ante semejante
sindiós y el vaticinio del desastre que se avecina. Y pido que tal reforma
pendiente la auspicie Ruiz-Gallardón; que, además de hombre de bien y ministro
de Justicia, es yerno de Utrera Molina. Si es necesario, ayudaremos en la
medida de nuestras fuerzas procesionando al santo patrón de España por todos
los pueblos y aldeas, como se hace para invocar lluvia. Ah, se me olvidaba:
España no es Tomania. “Hannah, ¿puedes oírme?...”.
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