En Sevilla, según cuenta Antonio Burgos en ABC de
Sevilla, se denomina “tienda de desavío” a ese pequeño colmado que existe
en todos los barrios de las grandes ciudades y que te sirven un paquete de sal,
o de azúcar, o una botella de aceite, o una lata de sardinas a las horas y días
en los que todo está cerrado, excepto las tiendas de los chinos, que no sé
cuándo descansan. Lo que sucede es que las tiendas de los chinos venden otro
tipo de adminículos, pero no comestibles ni frutas. Cuenta Burgos: “y para que
en este punto no falte nuestro habitual palito a la burra al desprecio del DRAE
por Andalucía, digamos que los académicos de la RAE se ve que no viven en Sevilla, ni han
comprado nada un domingo en un desavío, porque únicamente dan una definición
para esta palabra tan nuestra: "And.
Trastorno producido a alguien." Pues miren ustedes, excelentísimos
señores: los desavíos son precisamente todo lo contrario de lo que ponen en el
DRAE. Gracias a los desavíos no hay trastorno alguno en casa cuando echamos en
falta algo con las tiendas ya cerradas o se nos olvidó de comprar el pan”.
Cierto. Las tiendas de desavío evitan que debamos tocar el timbre de la puerta
de la vecina para pedirle una miajita de aceite, algo de sal y un par de huevos
para hacer una tortilla. Ahora, con los vecinos casi no tenemos amistad y sólo
nos saludamos si coincidimos en el rellano al abrir la puerta. ¡Cualquiera se
atreve a pedirle a la vecina casi
desconocida un poco de algo! Yo, desde luego que no me aventuraría a hacer la
prueba. Por eso digo que los colmados de barrio, o las tiendas de desavío, como
las llama Burgos, cumplen una función social de primer orden. El trastorno se
produce cuando en la tiendecilla no queda pan del día ni existe lo que
demandamos ni nada que se le parezca. Entonces sí que va acertado el
Diccionario el RAE. Porque irse a la cama sin haber echado algo a la andorga,
más que trastorno produce el desavío del insomnio y se hace la noche muy larga.
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