Arturo González
se pregunta en su artículo de hoy en Público
¿por qué se ríen los políticos? Señala que “ni el Greco, ni el Quijote, ni
Goya, ni Picasso rieron o sonrieron. Solo ríen los cretinos y los
insolidarios. La Justicia
no ríe. Solo ríe en secreto la corrupción innata o sobrevenida. No entiendo de
qué se ríen los miembros del Gobierno ni sus diputados ni los de la oposición.
No entiendo de qué se ríen los independentistas que lo anteponen todos a sus
fines. No entiendo de qué se ríen los obispos ni arzobispos prevaricadores de Cristo. No entiendo de qué se ríen los
periodistas reaccionarios”, etc. Si les digo la verdad, lo que más me gusta de
este Gobierno es que está en funciones y que pronto, muy pronto, se disipará
como un azucarillo en una taza de café. Lo último de estos imbéciles que todo
lo critican y afean ha sido la cabalgata de los Reyes Magos en Madrid. ¿Qué pasa? ¿Lo hacía mejor Botella? Desde luego que no. Arturo
González tampoco entiende “el estúpido discurso del Rey”. Y yo si entiendo, aunque no comparto, el discurso del
ministro de Defensa en la Pascua Militar.
Morenés quiere un Ejército fuerte y
que cuente con armas modernas. Sí, vale. Lo que sucede es que, como cuenta Fernando López Agudín en el mismo
diario, “Morenés es como el último africanista (económico) de un Ejército en el
que ya desapareció aquel sector africanista (político) que generó aquella grave
cuestión militar que atravesó la historia española a lo largo de los siglos XIX
y XX”. (…) “Importantes firmas estadounidenses y europeas han
colocado sus sofisticados armamentos durante los ministerios, por ejemplo, de
los dos Serra, tanto el de la rosa
como el de la gaviota. Nada menos que un subsecretario de la ministra Carmen Chacón, nombrada con posterioridad,
fue el primero en alertar sobre la ‘necesidad’ de estas compras sofisticadas al
plantearse públicamente su inutilidad. Como si este ministerio fuera un
mercado persa con sus comisionistas” (…) “Esta deuda, que ronda los 30.000
millones de euros, es la que deja a los barcos de combate varados como sirenas
en los puertos, a los tanques aparcados en los hangares y a los aviones en
tierra de las bases militares”. Los políticos, en fín, deberían echar una
lágrima, aunque fuese de cocodrilo, por sus tremendos errores cometidos durante
el bipartidismo que benefició a los ricos con más riqueza. Sánchez busca ahora en Lisboa un pacto a la portuguesa y Rajoy desea un pacto a la alemana. Y
los españoles, mientras tanto, sólo queremos que ambos políticos se larguen de
una puñetera vez y nos dejen ser dueños de nuestros destinos. Y eso sólo se
conseguirá en las urnas, con una necesaria segunda vuelta.
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