Según datos del INE correspondientes a 2013, el apellido más
común en España es García, (millón y medio de personas) seguido de Fernández,
González, Rodríguez y López. Pero, curiosamente, 335 ciudadanos se apellidan
Trabajo y 50 se apellidan Parado. El apellido Borbón hace referencia a 341 ciudadanos, según Padrón Continuo a fecha 01/01/2014, con este
desglose: Asturias, 8; Baleares,5; Barcelona, 60; Castellón, 5; Huesca, 77;
Lérida, 23; Madrid, 56; Murcia, 6; Las Palmas, 6; Pontevedra, 5; y Zaragoza,
62. Como puede observarse, estos números no cuadran con la cifra total. Ello es
debido a que por secreto estadístico sólo se muestran los apellidos cuya
frecuencia es mayor de 5 en alguno de los dos apellidos para el total nacional,
es decir, que existen 28 apellidos Borbón más que los 313 considerados en ese
desglose estadístico. Y un estudio llevado a cabo por el demógrafo Alejandro Macarrón Larumbe señala que
los 5 apellidos más comunes en Cataluña son García, Martínez, López, Sánchez y
Rodríguez. O dicho de otra manera: los 33 apellidos más frecuentes en la
provincia de Barcelona son de ascendencia española y entre los veinte
principales solo 4 son catalanes en Gerona y 5 en Lérida. Por cierto, los
apellidos no tienen escudos. La razón es simple: primero, porque no todos ellos
(Gómez, García o Domínguez) tienen el mismo origen; y, segundo, porque son las
personas y las familias las que adoptan o heredan un blasón. Eso lo digo para
los horteras (y no me estoy refiriendo a cazuelas de palo ni a mancebos de
ciertas tiendas de mercader) que colocan el blasón de sus apellidos (genéricos)
en la entrada de casa sin venir a cuento, o como el que coloca en la pared del
cuarto de estar un diploma de Cocina
extendido por la Sección Femenina del Movimiento. Los escudos del
apellido son un timo para tipos de pan pringado, y los rancios diplomas se me
antojan lo más parecido a aquellas bulas papales que permitían durante el nacionalcatolicismo poder comer carne en los días de Cuaresma que
no fueran viernes. Lo malo es que por aquellos tiempos de pastoreo y brazo en
alto de Eguino y Trecu, Plá y Deniel o Isidro Gomá había en las
mesas humildes más grasas e hidratos de carbono que proteínas, salvo que se
dispusiera de corral con conejos, gallinas y cochino que matar. No existió en
los países de nuestro entorno europeo otra iglesia más intrusa ni con más
privilegios. Ni más hambre, o sea.
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