José Luis Martín
Rodríguez, antiguo docente en el Instituto
Santísima Trinidad de Baeza, es un ciudadano que colabora en El Correo de Zamora y habitualmente
expresa sus consideraciones en la sección de Opinión de ese diario. Pero esas consideraciones más parecen arbitrajes
que otra cosa. Y José Luis Martín Rodríguez, que hace bien en exponer
públicamente aquello que estima pertinente, señala hoy bajo el epígrafe “La falta de previsión, causa de leyes
imperfectas”, que la falta de previsión, por ejemplo, fue consecuencia de
la respuesta del sabio Solón, cuando le preguntaron por qué en
su ley no prevenía castigos para quien matara a un progenitor. Éste respondió:
“Porque no he creído que se pueda dar el caso de que alguien asesine a su
padre”. Un poco más adelante, en referencia a la ley que prohíbe fumar en las
cafeterías dice que “es muy saludable encontrarse con un ambiente incontaminado
en tales locales; pero quienes habitamos en lugares muy concurridos los fines
de semana (por ejemplo) experimentamos una incomodidad muy respetable, al no
poder circular por la acera de cerca de cuatro metros; o los que han de
soportar el humo de su vecino en la cola de espera para el autobús. Uno piensa:
si no quería respirar humo en la cafetería, tenía en mi mano la solución: no
entrar en ella; pero no poder circular por la acera de mi calle o fumar
involuntariamente cuando espero un autobús, cuando ambas cosas son necesarias,
me parece inadmisible. Con lo fácil que hubiera resultado evitar todo eso
formulando la ley con estas sencillas palabras: "prohibido fumar fuera del
propio domicilio"; o, en el mismo domicilio y fuera, cuando hay un bebé
cerca”. Y cierra su comentario con el “raro” juramento del honorable Carles Puigdemont, al no hacer referencia
al Jefe del Estado ni a la Constitución. “La
imprevisión ha motivado –señala Martín- que el presidente del Gobierno haya de
encomendar a la Abogacía
del Estado que estudie ver si la aceptación fue nula; y en caso afirmativo,
acudir, una vez más, al Tribunal Constitucional. ¿Cuánto tiempo llevará todo
eso?”. Y para finalizar, y ahí le duele, Martín se echa las manos a la cabeza:
“Y algo parecido tenemos en el cisco de formar gobierno en España. ¿Por qué, en
tanto tiempo como se ha venido hablando de ello, el partido, que ha tenido
mayoría absoluta en las Cortes, no propuso a las mismas la aprobación de una
Ley que prescribiera que debía asumir el Gobierno el partido más votado? Falta
de previsión”. En fin, al señor Martín, tan sufridor él, le recomendaría que,
antes de acostarse, tomase una tila; rezase
eso de “Jesusito de mi vida…” por la conversión de los diputados de Podemos,
que los fumadores sólo puedan fumar
“ideales” a escondidas dentro de su casa; y para que Rajoy pueda gobernar con mano firme en una España grande a base de
decretos-leyes, como ha hecho en casi toda la X Legislatura. Seamos
serios: si el rojerío lleva rastas, se presenta en la Cámara con un lactante que
va de mano en mano por el hemiciclo, se ducha poco y no reza el rosario en familia,
son diputados imperfectos. Y unos diputados imperfectos nunca podrán sacar
adelante leyes perfectas. Y eso no se puede tolerar.
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