La
Abogacía del Estado revisará si Puigdemont incurre en infracción por el hecho de no haber acatado la Constitución durante
su promesa para ser investido hoy como nuevo president de la Generalitat.
En efecto, el muy honorable President ha prometido servir a Cataluña y a los catalanes, que no
es poco. Puigdemont ha pasado por alto a la Constitución y al Rey como había costumbre de hacerlo
hasta ahora. Pero, según se desprende de tal proceder, y a buen entendedor con
pocas palabras bastan, ello puede ser el principio de algo que puede terminar
sentando “jurisprudencia”, de repetirse en posteriores investiduras, pongamos
por caso en Euzkadi. Que yo sepa, en el Parlament
tampoco estaba presente la bandera española, ni dentro ni fuera. Sólo la señera
de Cataluña, tradicional de los reyes de la Corona de Aragón; que, curiosamente, era
antiguamente usada únicamente por el rey, como expresión de su soberanía desde
los tiempos de Alfonso II, rey de
Aragón y conde de Barcelona. Una bandera que tiene su origen en la leyenda de Wifredo el
Velloso (último conde de Barcelona) y los dedos de sangre. Esta
leyenda narra que el señal real de los cuatro palos fue creado después de una
batalla contra los normandos, cuando el rey de los franceses mojó su mano en la
sangre de las heridas de Wifredo y pasando los cuatro dedos por encima del
escudo dorado del conde de Barcelona le dijo: --Estas serán vuestras armas,
conde”. Esta leyenda al parecer no se sostiene, ya que en las Crónicas de los reyes de Aragón y condes de
Barcelona existe una miniatura que representa a Wifredo de Ria (padre de Wifredo el Velloso) llevando un escudo
barrado, que debió sustituir tiempo atrás a la Cruz de Iñigo
Arista. Curiosamente, hace ahora 84 años de la izada de la bandera tricolor
(II República) en el Ayuntamiento de Éibar. Sin embargo, si bien es cierto que
la bandera tricolor se utilizaba en los casinos republicanos, hasta el decreto
de aprobación de esa bandera como de ámbito nacional el 27 de abril de 1931, se
utilizaba la bandera de Aragón y Cataluña. Aquel decreto dejó las cosas claras.
Faltó rigor histórico cuando se añadió el color morado. No se acertó a
representar correctamente el color del Pendón
de Castilla, que en realidad era rojo carmesí. Cosa distinta es que se
tomase, quiero pensar, el color morado de la bandera de los Hijos de Padilla, utilizado por los
Comuneros. La Abogacía
del Estado, y a eso iba, que es parte defensora de la Agencia Tributaria
en el juicio que ayer comenzó en un juzgado de Palma de Mallorca contra Torres, Urdangarín, la infanta y
otros presuntos corruptos; y el fiscal Horrach,
que más asemeja al abogado defensor de la infanta que otra cosa, deberían saber
que “Hacienda somos todos” los
españoles y evitar defender lo indefendible. Intentar aplicar la doctrina Botín a la hermana del Rey para
que ésta (supuestamente colaboradora necesaria) pueda, también supuestamente,
marcharse de rositas, parece un atentado contra a la inteligencia. Que yo sepa,
el Ministerio Fiscal es un órgano público instituido por el Estado para el
ejercicio del “ius puniendo” y su
ejercicio, en consecuencia, debe estar centrado en la acción penal en defensa
de los intereses de la colectividad. La Abogacía del Estado, por otro lado, podrá revisar
lo que se le antoje sobre el no acatamiento a la Constitución y el
hecho de haber pasado por alto al Rey por parte de Puigdemont, en su promesa
como presidente de la Generalitat.
Mal se le puede pedir ese acatamiento a alguien, como es su
caso, que aspira a la ruptura de Cataluña con España y a convertir esa región
en una República como forma de Estado. No se pueden pedir peral al olmo. Los
abogados del Estado harían bien en defender lo que es de todos, sin fisuras. Y
aquí hay tajo.
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