martes, 16 de febrero de 2021

El entierro de la sardina

 


Es un acto que pone fin al Carnaval. Existen varias versiones sobre ese entierro. Unos entienden que fue en tiempos de Carlos III cuando ese rey quiso celebrar el fin de los jolgorios rodeado de vasallos. Pero aquel Martes de Carnaval hizo un calor inusual para la estación del año y las sardinas se descompusieron antes de poder ser asadas. En consecuencia, la comitiva regia ordenó que las enterrasen en la Casa de Campo. Otra versión indica que era costumbre que en la noche del Martes de Carnaval se reuniera la gente del medio rural para enterrar un cerdo abierto en canal al que denominaban “cerdina”. Y aquella palabra se trastocó por las gentes de otros pueblos vecinos que habían copiado ese rito y “cerdina” derivó en “sardina”. Algo parecido a lo que aconteció con la famosa “salsa armoricana”, cuando en la Bretaña francesa, cuyo nombre original en francés es Armorique (para Plinio el Viejo Armórica es el antiguo nombre de Aquitania) un cocinero francés, Pierre Fraisse, propietario en París del Restaurante Peter’s, se dio cuenta una noche de 1870 en la que habían acudido a cenar varios amigos que tenía agotadas casi todas las viandas. Sólo disponía de unos bogavantes que guardaba para el día siguiente. Sin pensárselo dos veces, los troceó, los rehogó en aceite, los flameó con coñac y los echó sobre un lecho de tomates, cebolla y ajo picado antes de rociarlos con vino blanco y cocerlos a fuego vivo. Y aquella salsa almoricana terminó derivando en “salsa americana”, nombre que se sigue utilizando, inexplicablemente y como he podido comprobar, en muchas latas de conserva. Existe otra “salsa americana”, sin embargo, que se utiliza en Chile hecha a base de pepinillos, cebolla y zanahoria, todo ello muy picado y marinado en vinagre. Pero esa salsa no se vende fuera del país.

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