domingo, 14 de febrero de 2021

Sobre un artículo de Guillermo Fatás

 



Leo con atención un artículo del profesor Guillermo Fatás, “Casi seis mil guardias muertos”, publicado hoy en el diario Heraldo de Aragón. En su trabajo hace referencia a un extenso libro (casi 500 páginas) escrito por el comandante López Corral y el guardia Hernández Alonso, ambos licenciados en Historia, donde se ofrecen breves fichas sobre miembros de la Guardia Civil muertos en actos de servicio, o como consecuencia de la represión franquista que siguió al final de la Guerra Civil. Entre todos ellos, aparece la figura del general Escobar fusilado en los fosos de Montjuich el 8 de febrero de 1940 acusado del “delito” de haber sido leal a la República. Sobre ese particular existe  bastante literatura. También una novela, “La guerra del general Escobar”, con la que José Luis Olaizola se alzó como ganador en 1983 del Premio Planeta. Pero, a mi entender, donde mejor puede llegarse a comprenderse la parte humana de Antonio Escobar Huerta quedó plasmada en un serio aunque breve trabajo de Gabriel Cardona en la revista Historia 16 (año VIII, núm. 92, dic. 1983) en la que se añade la versión del testigo de la ejecución, Pedro Donaire Leal y la acotación “Fusilar a un santo”, de Rafael Cid. En el mismo foso del castillo de Montjuich el 15 de octubre de ese año era pasado por las armas Lluís Companys Jover, expresidente de la Generalidad de Cataluña entre 1934 y 1940. Había sido detenido el 13 de agosto de 1940 por agentes de la Gestapo en una casa de La Baule-les-Pins, cerca de Nantes, y fue entregado a las autoridades franquistas el 29 de agosto en Irún por el policía español Pedro Urraca Rendueles, vallisoletano de turbia trayectoria y al que el Tribunal de Justicia de París lo condenó a muerte en 1948 por crímenes de guerra, aunque tuvo la suerte de beneficiarse de la amnistía de 1953. Ese canalla, que en los últimos años de su vida se dedicó a perseguir etarras, murió en Madrid el 14 de septiembre de 1989. Trasladado a Madrid, Lluís Companys fue torturado antes de su traslado a Barcelona.

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