miércoles, 17 de febrero de 2021

Las dos destrucciones de Santander (I)

 


Si Aníbal destruyó Sagunto en el año  212 a.C, la ciudad  de Santander sufrió durante el siglo XX dos destrucciones dignas de ser tomadas en consideración: una de ellas en 1936, debido a la piqueta del que fuese alcalde entre el 28 de febrero de 1936 y el 2 de febrero de 1937, Ernesto del Castillo; la otra, como resulta del pavoroso incendio de febrero de 1941, hace ahora 80 años. ¿Cuál de ellas tuvo peores consecuencias? Pues si les digo la verdad, no lo sé. Todo comenzó el día en el que Eleofredo García presentó su dimisión y salió elegido alcalde Ernesto del Castillo Bordenave, un hombre que, como bien recordaba el cronista Fermín Sánchez González, más conocido como Pepe Montaña, “había militado en todos los campos políticos y siendo concejal  elegido como monárquico quedaba investido con los votos de sus antiguos correligionarios republicanos con 14 votos favorables y 9 en contra”. Se dio la circunstancia de que por aquellos días se nombró un nuevo Gobernador Civil, Enrique Valmaseda Vélez, que se estrenó con una huelga en el ramo de la construcción., que lo arregló concediendo a los obreros un jornal de 1’33 pesetas/hora. Por aquellos días se estaba preparando la residencia de Manuel Azaña, que tenía previsto veranear en Santander sesenta días en Villa Piquío. Aquella residencia para el Jefe del Estado, cuyas obras visitó Ernesto del Castillo en varias ocasiones estaba preparándose para alojar 48 caballos y los dormitorios para 71 individuos. La paradoja fue mientras se acometían esas obras, Ernesto del Castillo tuvo que hacer los honores a Niceto Alcalá Zamora, que llegado en el tren rápido de los Caminos de Hierro de los Ferrocarriles del  Norte se hospedó en el Hotel Méjico antes de su partida al exilio voluntario. Una mañana del día 8 de julio, a las seis horas, embarcaba triste y con su familia en el trasatlántico Caribia con rumbo a Hamburgo. Sólo estuvo acompañado del alcalde, que le entregó a su esposa un ramo de flores. Aquel mismo día, Ernesto del Castillo comenzó con los derribos de media ciudad. En la foto, la antigua Estación de la Compañía del Cantábrico (Santander-Bilbao) construida en 1902 y demolida en 1936 por orden del alcalde Ernesto del Castillo en aras de aquella dudosa  y enfebrecida reordenación urbana que sólo pudo ser frenada por su sucesor en el cargo, el socialista Cipriano González López.

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