domingo, 12 de febrero de 2023

Buscar los tres pies al gato

 


Por el periodista Jesús Bastante me entero de que el Sínodo General de la Iglesia anglicana ha  señalado el modo que deberemos utilizar para dirigirnos a Dios, que no es hombre ni mujer. Por tanto habrá que utilizarse un término más inclusivo. Pero, ¡cuál? Eso deberíamos preguntárselo a Justin Welby, arzobispo de Canterbury, para que nos saque de dudas o, en su defecto, a Irene Montero, ministra de Igualdad, a la que se supone experta en cuestiones relacionadas con el género. Cuando era niño, el maestro me enseñó que el género podía ser masculino, femenino, neutro, común, epiceno y ambiguo. Claro, hay que matizar que aquel maestro se refería al género gramatical, no al  género biológico, que es otra cosa.  Aquí será necesario utilizar el lenguaje inclusivo, aunque rechazado por la RAE (que no hace políticas legislativas)  para evitar estereotipos. La RAE considera que el masculino gramatical está firmemente asentado y no supone discriminación sexista alguna. El lingüista Santiago Kalinowski, por el contrario, entiende que el lenguaje inclusivo fue un  proceso de reflexión que comenzó a finales del siglo pasado en ciertos espacios asociados a las élites y vanguardias. Otra cosa es que el sexismo se pueda expresar en el lenguaje con implicaciones negativas orientadas al género, como considera George Lakoff, profesor de lingüística en la Universidad de California, cuando  ciertas palabras tienen un significado diferente en función del género. Pone el ejemplo de la palabra inglesa” tramp”, que referida a hombre significa “vagabundo” pero que en femenino es sinónimo de “prostituta”. En español  tampoco tiene el mismo significado  “fulano” que “fulana”, o “hombre público” que “mujer pública”. A Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, lo mejor será dirigirse de tú a tú mediante la oración, como se ha hecho siempre. Es difícil intentar buscar  tres pies al gato (expresión utilizada por don Quijote) en cuestiones teológicas cuando se hace referencia a tres Personas distintas y un solo Dios verdadero. Por aclaración: pie, en el lenguaje cervantino,  no es una extremidad. Cervantes hacía referencia al conjunto de sílabas que componían un verso. Como “gato” tiene dos sílabas, tuvo sentido afear a quien buscase una de más, o sea.

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