viernes, 10 de febrero de 2023

¿Un embajador grosero, dice usted?

 

El presidente aragonés, Lambán, se encuentra hospitalizado y Aliaga, vicepresidente,  no piensa irse de la presidencia del PAR ni echándole aceite hirviendo. Se ha apoltronado en el sillón y no hay manera de desasirlo. También leo que “Feijóo anunciaba en Teruel un decálogo contra la despoblación con las rebajas fiscales como bandera”. Eso debería contárselo a los castellano-leoneses, feudo del PP y de un tal García- Gallardo, que tiene  a Fernández Mañueco descolocado precisamente en la Comunidad donde más diáspora se produce. Pero sarna con gusto no pica. Estamos en vísperas de elecciones y los partidos políticos  se mueven  como anguilas en aguas turbulentas. Por si todo ello fuese poco, en Zaragoza se detecta gripe aviar en ejemplares de gaviotas que sobrevuelan el Ebro. Parece ser que la gaviota del PP está exenta. En la prensa de ultraderecha, Ussía hace referencia a Íñigo de Palacio, embajador de España en los Emiratos Árabes Unidos desde septiembre de 2021. El plumilla dice sobre él que  ”evita  hasta el saludo al rey Juan Carlos, y le fuerza a presentar instancia para cualquier trámite burocrático en la Embajada”. Parece normal que la aplicación de las normas de cualquier organismo oficial sean para todos los ciudadanos por igual. Con Juan Carlos no deben hacerse excepciones de ningún tipo. Menos aún cuando el anterior  jefe del Estado tiene la residencia en un país donde no se respetan los derechos humanos y no se pagan impuestos. Y  a ese plumilla, digo, se le va la olla líneas más abajo cuando cuenta que, en tiempos del dictador, “el embajador de España en México tenía orden de ponerse a disposición de la viuda de Azaña en el caso de que ella, esposa de un presidente de la República y enconado enemigo de Franco, solicitara la ayuda de la embajada o del consulado para cualquier gestión burocrática”. Eso es mentira cochina. Cualquier graduado escolar  es conocedor de que las relaciones diplomáticas España- Méjico se acordaron reanudar  el 28 de marzo de 1977, rotas en 1945 al terminar la Segunda Guerra Mundial. Concretamente, el 17 de agosto de 1945, los republicanos españoles en el exilio se reunieron en Méjico en el Salón de Cabildos del antiguo Palacio del Ayuntamiento, que calificaron como “territorio español”.  Allí constituyeron unas Cortes y eligieron como Presidente de la República en el exilio a Diego Martínez Barrio, que encargó formar gobierno a José Giral. Posteriormente, en septiembre de 1975, las últimas ejecuciones del gobierno del sátrapa gallego provocaron una condena internacional en la que Méjico se distinguió por su vehemencia. Más tarde, cuando las aguas se amansaron,  el presidente Suárez visitó Méjico, y el 9 de octubre de 1977 llegó a España López Portillo en visita oficial. En reciprocidad, Juan Carlos y su consorte visitaron Méjico en noviembre de 1978 y aprovecharon la estancia en el país azteca para hacer una visita de cortesía a Dolores Rivas. Ussía solo acierta cuando recuerda a  Agustín de Foxá cuando, según él, dijo aquello de que “el trono no admite dos culos”. Cierto. E incluso podía haber añadido que en España no cabe un tonto más.

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