viernes, 17 de febrero de 2023

Salir del Paraíso

 



M
e ha hecho reflexionar hoy Ramón Reig con su artículo “Qué delicaditos nos hemos vuelto”, publicado en El Correo de Andalucía. Estoy de acuerdo en todo lo que dice el profesor: “Ya sé que casi todo el personal que me rodea se quiere jubilar porque el trabajo es una maldición bíblica con una culpable: la mujer. Pero yo bendigo a la mujer que nos libró de la opresión del Poder divino con sus rayos que no cesaban y además esa misma mujer nos entregó la manzana del Árbol del Conocimiento gracias al cual hemos matado al Poder que nos largó del Paraíso. Yo no quiero el ocio y la vagancia contemplativa y servil de un paraíso a ese precio”. No, la culpa de todo lo que nos ocurre la tienen -como  bien señala Reig-  “los mercados, falta de horizontes, de valores, competitividad patológica procedente de unos locos que gobiernan el mundo”. Los bancos no devuelven lo prestado, el que preside Botín ha ganado más de 9.000 millones de euros en el último ejercicio económico, mientras muchos ciudadanos siguen buscando marcas blancas en los supermercados para poder estirar su menguado sueldo como si fuese chicle. Por si ello fuera poco, veo con tristeza que hay personas que buscan a diario restos de alimentos en los contenedores y, también, que los comedores sociales se llenan de indigentes para poder llevarse a la boca un plato caliente de garbanzos. Pero no pasa nada. El dolor cada día se hace más llevadero. Nos hemos acostumbrado a ver epidemias y desastres por televisión del mismo modo que aquí hubo niños de diez o doce años que caminaron entre derrumbes de casas, con el padre encarcelado o fusilado y rebañando platos de cáscaras de patatas para engañar al estómago. Aquí se plasma en televisión a todas horas el escándalo de corrupción de un  club, el Barça, por pagar presuntamente desde 2001 al dirigente arbitral Enrique Negreira más de siete millones de euros, y de la enquistada huelga de sanitarios, pero poco se cuenta sobre la huelga indefinida y el conflicto encallado de los letrados de la Administración de Justicia desde el pasado 24 de enero donde exigen aumentos salariales y que han provocado la suspensión de 152.000 juicios y vistas. Poco podemos esperar del mentiroso Sánchez (pese a que el Colegio Nacional de Letrados alcanzó un acuerdo en firme con Justicia en marzo pasado) que insensatamente olvida que éstos, los letrados, dirigen las oficinas judiciales y ordenan los señalamientos.  Para que nos hagamos una idea, si los letrados de Administración de Justicia no dieran fe pública judicial, los juicios no servirían para nada. Sin ellos, se pararía todo. Pero el silencio por parte del Gobierno no elimina el problema existente. Sánchez se cree el rey del mambo, pero cada día que pasa se le encorvan más los palos del sombrajo. No deberíamos estar gobernados por aficionados que no ven los problemas de este país, menos aún cuando el amo de la cuerda de trenzado se coloca las gafas ray-ban y monta en el Falcon para ir a un concierto como si fuese un perdonavidas montado en una vespa y adelantando al tranvía azul con jardinera camino de la playa de la Malvarrosa.

 

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