jueves, 4 de enero de 2024

Comedia de enredo

 


Con el roscón del haba, que siempre le toca al más tonto, la cabalgata de reyes y los hospitales llenos hasta la bandera por la gripe y las tercianas, se acabarán los fastos navideños. Volveremos a la rutina de siempre pero con más adiposis por culpa del mazapán y menos dinero en el bolsillo. La “cuesta de enero”, con subida de precios, de tasas municipales e impuestos, es el vía crucis que toca ahora para aquellos que, como decía Manuel Martín Ferrand, han dado más importancia a los fastos que a la eficacia. Hasta la prensa se ha hecho monocorde, poco independiente y sesgada hasta la grosería. Día llegará, a no tardar, que no se venderá un diario de pago ni para envolver el bocadillo. Se han convertido en instrumentos al servicio de los poderes públicos aunque con sutiles diferencias, y comen del pesebre de los anuncios oficiales y de cuatro anuncios por palabras. Se han transformado en fusiles sin cerrojos carentes de valentía en los análisis críticos. El “cuarto poder”  ya solo es polvillo de mariposa. Todos los directores temen que una “impertinencia” les pueda restar anuncios, su principal fuente de ingresos, y por esa razón ahora se dispara con pistolas de fogueo por no molestar al “Management”, como diría el llorado Pedro Rodríguez, o sea, a esa casta intocable que solo se asoma con discreción tras las cortinas de las plantas nobles. Se permite, eso sí, poder contar cosillas del Emérito por algunos periodistas que antes le idolatraban y que ahora le han convertido en un espejo deforme del callejón del Gato que rumia su soledad en un arenal con rascacielos. La historia nos cuenta que los mismos españoles que se alegraron con la salida de España de Isabel II en 1868 vitorearon jubilosamente el pronunciamiento de Sagunto en 1874 por Martínez Campos, que dio paso a la primera Restauración. La segunda llegó tras la muerte de Franco sin pedir permiso a los españoles. Pero los tiempos sin historia reaparecen. La falta de participación ciudadana es evidente. A los ciudadanos se nos utiliza en oligarquías como la española para que votemos en las urnas listas cerradas hechas por los partidos políticos cada cuatro años. Y más tarde vemos por televisión cómo esos elegidos y con el Hemiciclo convertido en palenque se enzarzan como rijosos barateros amagando molinetes, giros y contragiros de muñeca con la navaja de muelle en una mano y la manta en la otra. Sánchez se pliega ante Puigdemont, prófugo de la Justicia, para seguir en el cargo; y Núñez Feijóo se achanta ante Díaz Ayuso por temor a que le ocurra lo que a Casado. Y mientras ambos se zurran la badana, Abascal echa sarmientos y briquetas a una fogata que ya parece el incendio de Santander.

 

No hay comentarios: