domingo, 21 de enero de 2024

Cripsis

 


Leo con atención el artículo “De curas” que hoy escribe Pedro García Trapiello en Diario de León. Si les digo la verdad, me ha alegrado su lectura al tiempo que me ha hecho reflexionar. Cuenta su autor que “quizá el empleo más atractivo del mundo sea el de capellán de crucero. Media hora de misa diaria en una pequeña capilla y misa solemne dominical en salón principal son toda su jornada laboral junto al ameno rato de confesar devotas con pecadillos sin duda interesantes dada la tentación que se sirve en bandeja en esta experiencia viajera. Y el resto del día a lo suyo está, a mirar por la borda, a mesa de papo o a buscar almas perdidas entre el pasaje, sin desdeñar quizá la gratitud de alguna atribulada madurita que necesite consuelo...”. Después hace un repaso a los curas de los pueblos y traslada a la pluma el viejo chista de “Rosarito”, que evito contar al lector por ser muy viejo, y “la figura del cura catapotes que visitaba a la gente a la hora de comer probando el guiso y acatando la invitación a comer que forzadamente se le hacía”. Pedro García Trapiello me recuerda a curas decimonónicos al estilo de Leopoldo Alas, con sotanas de 33 botones y tejas, que todo lo mangoneaban y buscaban abrigo entre la burguesía. Las cosas han cambiado. Hoy los curas visten de vaqueros y camisa de cuadros, algunos lucen barba, se hacen cargo de los ritos en varios pueblos y, por qué no, también se toman una caña si es menester en la barra del bar con los vecinos que hasta les tutean. Ya no dan certificados de buena conducta ni permiten que se les bese la mano y apenas confiesan. Como dice en “La verbena de la Paloma” el socarrón Sebastián a don Hilarión: “Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad…”. Si algo admiro de los funcionarios del Cielo es su mimetismo con el entorno, o sea, su cripsis de impacto en función del contexto y la situación, todo un arte, como sucede con el zorro polar ártico o el pulpo de anillos azules. Dos mil años de historia del Cristianismo dan para mucho en su forma de adaptación a los tiempos para no desaparecer.

 

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