jueves, 18 de enero de 2024

Un recordatorio a Chueca

 


Leo con estupor en el diario Heraldo de Aragón que “el Ayuntamiento de Zaragoza podrá castigar las noticias falsas con multas que llegarán a los 100.000 euros”. Nada más leer la noticia miro el calendario por si estuviésemos en el 28 de diciembre, o sea, en el “Día de los Inocentes”. Pero no es así. Que a mí me conste, hoy es 18 de enero de 2024.  El sol sale a las 8,35, la luna, a las 12’38, habrá cuarto creciente a las 4’52 en Aries y la Iglesia católica celebra a santa Margarita de Hungría.  Dicho lo cual, voy directo al meollo de la cuestión. En primer lugar, la alcaldesa Chueca tiene, a mi entender, un ramalazo represor que le pilla todo el cuerpo. En segundo lugar, entiendo que puede ser delito la difusión de información no cierta que persiga el daño sobre la imagen o reputación de una persona o entidad, o sea, cuando colisiona con los derechos de otras personas. En tales casos, esta difusión puede suponer la comisión o bien delito de injurias, cuando intencionadamente se menoscaba la fama o reputación de otra persona, o bien de delito de calumnia, cuando se ha imputado a otra persona un delito, con conocimiento de su falsedad, y/o temerario desprecio hacia la verdad. El delito de injurias propagadas de forma pública está penado con la pena de multa de seis a catorce meses, conforme al art. 209 del Código Penal. Por su parte, el delito de calumnias propagadas de forma pública está penado con penas de prisión de seis meses a dos años, o multa de doce a 24 meses, conforme al art. 206 del mismo Código. Lo que ya no comprendo es que la alcaldesa Chueca, responsable de este Ayuntamiento, pueda tomarse la justicia por su mano y  poner multas al estilo de como las gastaba Miguel Primo de Rivera durante aquella dictadura militar de hace cien años,  a la que había dado el visto bueno Alfonso XIII y que en 1931 le costaría el trono. Las multas derivadas de fake news, como los ingresos en presidio, que a mí me conste, son competencia de los Tribunales de Justicia en cualquier Estado de derecho. Digo más, hasta el reglamento sancionador en materia de tráfico, circulación de vehículos a motor y circulación vial (que tanto utilizan los ayuntamientos en su afán recaudador) está contemplado en la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre del Código Penal. La alcaldesa Chueca no puede tomarse atribuciones que no le corresponden salvo que sean de tipo folclórico, que tanto le gustan. Y si de lo que se trata es de meter miedo en el cuerpo a la ciudadanía desde un Ayuntamiento, como es el de Zaragoza, en manos de la derecha y de la ultraderecha, le recuerdo a esa señora unos versos de Quevedo escritos al conde- duque de Olivares en su valimiento: “No he de callar por más que con el dedo, / ya tocando la boca o ya la frente / silencio avises o amenaces miedo”. En un Estado donde mienten los políticos de forma patológica, donde se derrocha el dinero público de forma indecente y en el que se cambia de parecer como de camisa, no se puede pedir a los ciudadanos de a pie, los que mantenemos a esa First Class a la violeta, que sean de esclarecidas virtudes. “Donde no hay ética, no hay estética”, y así lo afirmó José María Valverde, que, en 1965, dimitió de su cátedra de Estética de la Universidad de Barcelona como protesta por la expulsión de la cátedra de Ética de su amigo y maestro José Luis L. Aranguren, en la Universidad de Madrid, por parte de las autoridades franquistas. Valverde se quedó sin trabajo y tuvo que exiliarse a América para poder mantener a su familia. Y aquí lo dejo. Si la alcaldesa Chueca quiere aprender, que vaya a Salamanca.

 

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