El pasado 21 de enero criticaba en mi blog que una redactora de Heraldo de Aragón, Ana Esteban, no supiese escribir correctamente la segunda persona del singular del presente de indicativo del verbo coger. Pues bien, hoy una noticia en ese mismo medio informativo de deja estupefacto. Otra redactora, Mónica Fuentes, señala: “Frenazo al tranvía con ruedas para el barrio de Arcosur”, en referencia a los trackless trams (tranvías sin raíles), esos autobuses articulados que circulan en Australia, Emiratos Árabes Unidos, Malasia, Monterrey (Méjico) y en Las Palmas de Gran Canaria con el nombre de ‘metroguagua’. A la señora que firma ese trabajo periodístico habría que preguntarle cómo son los tranvías sin ruedas. ¿Acaso se desplazan por levitación como el carro de fuego del profeta Elías? Por si ello fuera poco, David Flores, concejal de VOX (que cifraba puesta en marcha en más de 50 millones de euros) entiende que con esos ‘metraguaguas’ con ruedas de caucho (cuya puesta en marcha no ha prosperado por los 15 votos en contra de PP y la abstención de 2 de ZEC) “se evitarían atropellos al ser más silenciosos y flexibles, de modo que los conductores podrían dirigir el convoy como hacen ahora, y tendrían la posibilidad de dar volantazos para evitar accidentes”. Lo que no aclara ese concejal de ultraderecha es que tales posibles volantazos esquivarían el atropello al peatón despistado o al cazurro del “chufla, chufla”, pero no evitarían que los viajeros se rompiesen la crisma. De cualquier manera, a mi entender, la alcaldesa Chueca debería fichar al doctor Franz de Copenhague como asesor de la Alcaldía, para que ese sabio pudiese aplicar sus ‘grandes inventos del TBO’ en el amejoramiento de la ciudad. Y el diario aragonés, por otro lado, debería ser conocedor de que los tranvías de Zaragoza también se mueven con ruedas sobre vías de acero desde su inauguración el 19 de octubre de 1885 tirados por tracción animal, y unidos por trole a catenaria electrificada desde 1902. Es decir, que 10 años antes de que Luis Montestruc fundase ese diario ya funcionaban los tranvías con ruedas, esos elementos circulares ideados por los alfareros en Mesopotamia en la Edad del Cobre, o sea, anteayer. No escribir con propiedad equivale a incidir negativamente en el lector. Pero lo peor de todo, y así lo vengo observando, es que ciertos ‘plumillas’ no aceptan correcciones ni consejos, al entender que con las nociones elementales de gramática y ortografía que recibieron en la universidad no necesitan que nadie los oriente. Hay que escribir con claridad, que el lector lo entienda, y saber que todo lo que está de más, sobra, y perdonen la tautología.
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