sábado, 23 de agosto de 2025

Caleidoscopio de atrocidades

 

 

A propósito de un accidente de carretera lleno de niños donde han muerto varios viajeros en un autobús turístico en Estados Unidos, leo en varios diarios  que esa desgracia ha ocurrido en el “estado de Nueva York”. A mi entender se debería haber escrito “Estado de Nueva York” (en inglés: New York State) con la palabra “Estado” en mayúscula, porque "Estado" se refiere al tipo de entidad política  y "Nueva York" es el nombre propio del territorio cuya capital es Albany. Antes de ayer escribía en mi post  “¡Viva Checoslovaquia!”  (en referencia a los recientes incendios de Extremadura) que la presidenta de esa Comunidad Autónoma, María Guardiola, “hoy no superaría la asignatura de Geografía en el Bachillerato por agradecer esa señora la ayuda de Checoslovaquia para combatir los incendios”. No se entiende que alguien que rige (aunque de esas maneras) el destino de los extremeños (se toquen o no se toquen) ignore que Checoslovaquia no consta en la configuración europea desde hace 33 años, aunque sí fue un Estado soberano de la Europa Central entre 1918 y 1938; y más tarde, entre 1945 y 1992, disolviéndose el 1 de enero del año siguiente y dando lugar a dos Estados: República Checa y Eslovaquia, ambos pertenecientes a la Unión Europea desde 2004. Por lo que se desprende que la señora Guardiola, a la que no tengo el gusto de conocer y tampoco me apesadumbra,  debe de tener colgado en la pared de su despacho un mapa de los tiempos del Imperio Austrohúngaro (con permiso de García Berlanga) que abarcaba unos 675.000 kilómetros cuadrados y cubría la práctica totalidad del actual mapa de Hungría y Austria así como Chequia, Eslovaquia, Eslovenia, Croacia y Bosnia y Herzegovina, además de buena parte de Rumanía, Serbia, Polonia, Ucrania, Italia y la costa de Montenegro. Vamos, mucho más extensos que Cáceres y Badajoz. Por cierto, “Los extremeños se tocan” (a veces hasta los cataplines) es una especie de opereta sin música donde los actores cantan a capela, de Pedro Muñoz Seca y Pedro Pérez Fernández, estrenada en el Teatro de la Comedia de Madrid el 17 de diciembre de 1926. Existe en las hemerotecas una crítica muy positiva de ese estreno en el diario ABC del día siguiente, sábado, en la página 33. No cabe duda de que el humor andaluz y la astracanada de Muñoz Seca llenaba los patios de butacas de los teatros españoles, donde los espectadores se mondaban de risa lironda. En cierta ocasión le preguntaron a ese autor cuáles eran los cinco escritores españoles más importantes para él, y éste contestó jugando con los números: “Don Miguel de Unam-uno. Benito Pérez Gal-dós. Miguel de Cervan-tres. Luca de Tena, don Tor-cuatro. Benavente, don Ja-cinco”. Pero tampoco hay que olvidar sus tres epitafios cuando, a la muerte del matrimonio que atendía la portería de su casa, le pidió su hijo una semblanza recordatorio para sus padres difuntos. Muñoz Seca escribió esto: “Fue tan grande su bondad, / tal su generosidad / y la virtud de los dos / que están, con seguridad, / en el cielo, junto a Dios”. Como no recibió la aprobación eclesiástica, por dar por hecho que ambos se habían salvado, hizo otra versión: “Fueron muy juntos los dos, / el uno del otro en pos, / donde va siempre el que muere / pero no están junto a Dios / porque el obispo no quiere”. Tampoco lo aprobaron y redactó un tercer epitafio: “Vagando sus almas van / por el éter, débilmente, / sin saber qué es lo que harán / porque, desgraciadamente, / ni Dios sabe dónde están”. Es el filo del vermú y me voy a preparar un “Forzudo” de Ponferrada con hielo y un par de gildas con piparras de Ibarra, aceitunas deshuesadas ‘Sarasa’ (con perdón), anchoas del Cantábrico y un toque de aceite de girasol, que son para mí el mejor invento después de la rueda, el botijo y los apuralápices. Les deseo un feliz, en la medida de lo posible, fin de semana. Aprovechen antes de que asome los cuernos la dana, que llegará silente en la noche morada con luna, lunera, cascabelera.

 

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