viernes, 12 de septiembre de 2025

Colgajos a tutiplén

Leo en la prensa que Correos desalojará en noviembre el edificio brutalista de El Portillo, en Zaragoza, para la construcción de un gran parque. Y como yo soy un zoquete, he tenido que enterarme qué es un edificio brutalista.  Ignoraba que su nombre nace de un juego de palabras con el término francés "brut".  Para unos, proviene de la expresión francesa "béton brut", que significa "hormigón  crudo o en bruto". Tuvo su auge entre las décadas 1950-70 del pasado siglo en Reino Unido. Para otros, el término viene  derivado del sueco “nybrutalism” (Nuevo Brutalismo). Pero no pasa nada. De hecho, ya solo se reciben los buzones de particulares cartas de bancos sin franquear  y buzoneadas por empresas privadas. Por mí pueden derribar el edificio de Correos en cuestión sin que se note su ausencia. Pero los edificios brutalistas, a eso iba, no se deben confundir con los adefesios urbanísticos, tan abundantes en Zaragoza desde que fuese alcalde González Triviño y dejase, por ejemplo, una plaza del Pilar vaciada de arbolado a comienzos de los años 90 por colocar en el subsuelo un aparcamiento de coches, y donde en agosto se puede freír un huevo con solo poner la sartén en el suelo. Personalmente toco madera con los delirios místicos y los ilapsos teresianos de la alcaldesa Chueca, que ahora pretende por aquello de "vivo sin vivir en mí" conceder la Medalla de Oro de Zaragoza a la consejera  del Grupo Henneo y presidenta de Heraldo de Aragón desde 2021 Paloma de Yarza, “como  reconocimiento a 130 años de trabajo, esfuerzo y entrega de un equipo (detrás de otro) que son y han sido el alma y corazón de ese diario conservador. Es una forma de asegurarse la alcaldesa no ser criticada en ese medio informativo por sus despilfarros con el dinero público.  La medalla, en cualquier caso, deberían concedérsela al periódico regional fundado en 1895 por Luis Montestruc y no a su advenediza presidenta. Es, por poner un ejemplo, como si por la conmemoración del octogésimo cuarto aniversario de la creación de  RENFE le concediesen la Medalla de Oro de Madrid al ministro pucelano Óscar Puente, que presume de que sólo se retrasan el 30% de los trenes; y cuyo  mayor éxito ha consistido en gastar casi 100.000 euros en un gimnasio para que sus funcionarios hagan yoga y pilates con miras a poder conseguir mejorar un rendimiento laboral. Pues eso. Todo en su justa medida. Aquí sobran cacicadas y falta eficacia.

 

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