viernes, 19 de septiembre de 2025

Sobre cascabeles

 


En la fábula de “El cascabel del gato”, Esopo pone en evidencia la cobardía de los ratones para poner un cascabel al gato y de esa guisa saber cuándo asoma con malas intenciones. En la fábula se cuenta cuando una familia de ratones moraba en la cocina de un enorme casoplón. Vivían muy felices hasta que la dueña adoptó un  gato. Éste fue creciendo hasta convertirse en un experto cazador de roedores. Como consecuencia de ello, los ratones hicieron una asamblea en un intento idear la fórmula de poder salvaguardar su alarmante situación. Después de darles mucho al colodrillo cayeron en la cuenta de que lo mejor sería ponerle un collar con un cascabel en el cuello con su correspondiente escrupulillo, para que sonase. De esa manera los ratones sabrían en todo momento dónde se encontraba el misino para ellos salir huyendo. Pero enseguida surgió un problema: dar con el ratón valiente que fuese capaz de ponérselo. No apareció ningún voluntario que fuese capaz de llevar a cabo esa peligrosa hazaña, aún en el supuesto de que estuviese el gato dormido tras una buena pitanza. Ello viene a cuento con algo que me sucedió ayer. No sabía qué ver en televisión y opté por poner la ‘Cuatro’, donde había un programa, “Horizonte”, dirigido por Iker Jiménez. Se encontraban unos contertulios, entre ellos su mujer, Carmen Porter, despellejando a Sánchez, a su mujer y a su suegro, centrados en el tema de las saunas y asegurando que el presidente del Gobierno se benefició a título lucrativo de aquellos turbios negocios. Se basaban en unos viejos informes (2014) de Villarejo llenos de acusaciones falsas y acusaban a Pedro Sánchez de vivir en un piso comprado por su suegro, Sabiniano Gómez, fallecido hace un año, usando dinero de la prostitución. Aquel programa me pareció tan repugnante por parte de los contertulios y del propio presentador que decidí cambiar de cadena. Lo normal, cuando se tienen pruebas consistentes de tan peregrinas afirmaciones sería denunciarlas de inmediato en la Fiscalía o en un cuartelillo de la Guardia Civil más próximo, que es lo que se espera de un buen ciudadano. Pero no, aquellos contertulios de la derechona más repugnante soltaban mierda a troche y moche por el afán de crear opiniones distorsionadas al espectador y aumentar su audiencia con una carnaza putrefacta que solo alimenta a la ultraderecha más retrógrada, a los amantes de la carroña buitrera. Iker Jiménez y su mujer, a mi entender, llevan ya mucho tiempo haciendo una labor de zapa vergonzosa esperando no sabemos qué recompensa de gente que no da ni un celemín. Les molesta el gato al que confunden con un tigre y no aciertan a dar en el chiste de cómo ponerle el collar con un cencerro. Aunque, a veces, la lealtad no es recompensada ni por aquellos que la fomentan, como sucedió con el procónsul Quinto Servilio Cepión a Audax, Ditalco y Minuro, los asesinos de Viriato.

 

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