domingo, 12 de julio de 2015

Elogio del jabón de tajo




           
Leo hoy en el diario Heraldo de Aragón que la factoría Euroquímica, fabricante del jabón Lagarto, de la que existe en la actualidad una factoría en Illescas y otra en Zaragoza desde 1971, ha cumplido un siglo de existencia. Todo comenzó en1914 en el seno de una empresa familiar, Lizariturry y Rezola, hasta entonces fabricantes de bujías y velas, cuando decidieron “fichar” a Peter Krebitz en el momento en el que sus patentes estaban revolucionando Europa. Gracias a su colaboración, se instala en San Sebastián una de las fábricas de jabón más modernas. En 1974 se vendió la empresa a Francisco Moreno. Antiguamente casi todas las mujeres en los pueblos hacían jabón de tajo que utilizaban en  los ríos, en aquellos lavaderos públicos, casi todos ya desaparecidos, y en casa, frotando la pastilla de jabón de tajo sobre la ropa en una tabla corrugada. Según Eugenio Monesma no era lo mismo “lavar la ropa” que “hacer la colada”, que consistía en blanquear la ropa con una lejía a base de cenizas. Existían diversas formas de blanquear la ropa, como ponerla al sol, utilizar azulete o empaparla tras el lavado en agua a la que se le ha añadido agua oxigenada y unas gotas de amoniaco. Se dejaba un rato para que actuase la mezcla y, más tarde, se enjuagaba y se colocaba en el tendedor. Abundando en lo señalado por Monesma, existe el manual “La colada tradicional y el lavado a mano”, publicado por la Comunidad de Castilla La Mancha (Cuaderno núm. 20, pp. 11-22, 2007) de enorme interés cultural. Cito textual: “La labor de colar se hacía en casa, donde a veces había un cuarto solo para hacer la colada, era un trabajo que lo realizaban las mujeres con ayuda de sus hijas, una mujer adulta tenía que estar a cargo del proceso, porque se manipulaba agua muy caliente. Se hacía una vez al mes, o incluso cada dos o tres meses, en verano se hacía más a menudo. Para hacer la colada se necesitaba un caldero para hervir el agua, un cocio (forma de tinaja grande) hecho de barro, un cernadero era una pieza grande de lienzo y ceniza fina, principalmente de carrasca. Esta ceniza procedía de la leña que se quemaba en los fogones de las casas para calentarlas y cocinar. Era un artículo muy valioso, en los pueblos que no disponían de leña de carrasca iban a comprarla fuera. Por último, para realizar el aclarado se utilizaban losas de madera y gamellas o calderetas. El proceso era sencillo pero delicado, primero se ponía la ropa a remojo en agua para después meterla formando capas lo más extendida posible en el cocio, sin jabón. El cocio se tapaba con el cernadero bien tensado, y se sujetaba a la parte de arriba con una cuerda o cordón. A continuación se echaba ceniza de carrasca encima del cernadero, una cantidad suficiente para cubrir la superficie del cernadero, como éste era de un tejido muy grueso, no había peligro de que la ceniza se metiera en el cocio y manchara la ropa. Mientras tanto, se había puesto a hervir agua en un caldero grande. Cuando esta hervía, comenzaba el acto de colar, así se vertía encima de la ceniza poco a poco con un cazo mas pequeño. Esta operación había que hacerlo con cuidado para no escaldarse. El agua se filtraba por la ceniza y el cernadero y pasaba al cocio, empapando las capas de ropa. El agua que se filtraba por la ceniza tenía un efecto de lejía que era el que conseguía limpiar y blanquear las prendas El trabajo se repetía una y otra vez, ya que el agua sobrante se iba escurriendo por un orificio practicado en la parte inferior del cocio, se volvía a recoger a calentar y a verter de nuevo en el cocio. La colada duraba varias horas, en función de la ropa que se tuviera y lo sucia que estuviera, el agua que se reutilizaba se cambiaba si estaba muy sucia. Una vez que se había terminado de colar, las prendas se aclaraban en cualquier sitio al efecto, el río, acequias, pozos o los lavaderos públicos”. En fín, pensaba inicialmente haber hecho un elogio del jabón Lagarto, que se lo merece, y he terminado centrándome en la colada. Pero no se preocupen, que el tema da para mucho. Feliz domingo.

sábado, 11 de julio de 2015

Stocks de asilvestrados





Enric Gonzáles, en El Mundo, al hacer referencia a ese posible cambio de placas en el callejero de Madrid, todas ellas relacionadas con el franquismo, pone el dedo en la llaga y señala: “¿En serio quieren quitarle una calle a Manolete? ¿Y a Dalí? Hombre, comprendo que no se dediquen avenidas a un psicópata asesino como Millán Astray, pero carece de sentido anular casi medio siglo de la historia de España. Francisco Franco existió y existió el franquismo, impuesto al principio por las armas y luego por asentimiento mayoritario. Nadie mató al franquismo, murió de viejo”. Cierto. Un régimen totalitario no dura en el poder casi cuarenta años si los ciudadanos no quieren. Y cierto es, también, que en septiembre de 1975 se llenó la Plaza de Oriente en defensa de aquel régimen autoritario, mientras la Europa civilizada echaba chispas por las últimas ejecuciones sumarísimas llevadas a cabo en septiembre. A los que ahora tienen mala memoria histórica les recuerdo que el Parlamento Europeo invitó a la Comisión y al Consejo de Ministros a congelar las relaciones existentes con España “hasta que  la libertad y la democracia sea establecidas en el país”. Tanto la Comisión Europea como el Consejo de Ministros y el Parlamento de los “nueve” habían solicitado al régimen de Franco clemencia para los tres militantes del FRAP y los dos de ETA, fusilados en la madrugada del sábado, 27 de septiembre. Manuel Fraga, al que se le atribuye el dicho: “el mejor terrorista es el terrorista muerto”, era por aquellos días embajador de España en el Reino Unido. Unas fechas antes, el Gobierno griego presidido por  Caramanlis había decidido por unanimidad proponer la conmutación de tres penas de muerte contra los máximos responsables (coroneles George Papadopulos,  Stylanos Patazos y Nicolae Makarezos) del golpe de Estado del 21 de abril de 1967. Otras trece peticiones a la máxima pena fueron reducidas. Aquel Gobierno heleno prefirió afrontar las iras de la Oposición que crear ansias revanchistas. Los errores siempre se pagan y no conviene olvidad que el rey Constantino I (cuñado del exrey Juan Carlos) tuvo que salir zumbando de aquel país por haberse puesto al lado de los coroneles. Algo parecido a lo que le pasó a Alfonso XIII por el Pacto de San Sebastián. A aquel nefasto rey de España no se le perdonó, tampoco, haber  consentido el golpe de Primo de Rivera en septiembre de 1923 ni otras cuestiones de enorme calado, como sus ánimos por telegrama al general de división Manuel Fernández Silvestre, entonces comandante general de Melilla, que resultó ser una absoluta nulidad para el mando de las tropas, poco antes del desastre del Rif. Pero casi lo peor de todo fue que aquella zona africana, el valle de Annual, era de un nulo valor estratégico, donde no merecía la muerte de un solo soldado. He dicho “casi” porque hubo algo peor: lo que hizo el rey de España; o sea, aplaudir a los pablorromeros desde la barrera de sombra y parapetarse en la distancia que le separaba del campo de lucha de soldados españoles, todos ellos de recluta obligatoria, contra las cavilas de Abd-el-Krim El Jatabi, alias Pajarito, aquel malhadado día  22 de julio de 1921. Existe una anécdota sobre Silvestre que no quiero pasar por alto: en marzo de 1954, Abd-El-Krim, exiliado en Egipto, recibió en su palacio de El Cairo al periodista  Fernando P. de Cambra. En un momento dado, Cambra le preguntó a Abd-El-Krim sobre el final de Silvestre. “¿Cayó luchando? ¿Lo asesinaron? ¿Murió en el cautiverio?”.  “No, nada de eso -respondió Abd-El-Krim-, si hubiera sido hecho prisionero le habríamos respetado la vida como hicimos con el general Navarro. El general Fernández Silvestre se suicidó en Annual cuando vio que la posición ya no podía resistir más. Fue un bravo soldado que no admitía la derrota. Tal vez fuera demasiado impulsivo. Tuve entre mis manos su fajín”. Al concluir la entrevista, Abd-El-Krim le obsequió con una espléndida cena árabe y más tarde le entregó una carta para el general Franco. De regreso a España, Cambra, a través del ministro de Información y Turismo, Arias Salgado, hizo llegar a Franco la carta de Abd-El-Krim (junto con un pequeño informe de lo hablado durante la entrevista que le concedió en El Cairo), cuya carta Franco no quiso leer, manifestando a  Arias  Salgado: “No deseo saber nada de traidores”.

jueves, 9 de julio de 2015

Un fantasma psicopompo





El próximo mes de noviembre hará cuarenta años de la muerte de Francisco Franco en el sanatorio La Paz, de Madrid. Hay leyendas urbanas para todos los gustos. Fernando Vizcaíno Casas que, por cierto, ejerció de abogado laboralista, publicó en 1978 su novela “…Y al tercer año, resucitó”, con humor corrosivo. Y de pronto me ha venido a la cabeza la leyenda urbana de “la chica de la curva”. Para José Manuel Pedrosa,  autor de “La autoestopista fantasma y otras leyendas urbanas españolas”,  la autoestopista de marras (que enseña la ruta y advierte del peligro) es un “fantasma psicopompo”. Imaginen ustedes una noche cualquiera de noviembre, nublada y con exiguo tránsito en las carreteras, cuando, en un momento determinado de la noche, se le antoja al conductor ver en el arcén, aunque de forma bastante difuminada, a un hombre pequeño y rechoncho, con una gorra con borla y su mano temblorosa pidiendo que le lleven en autostop hasta el municipio de El Pardo. Le invita a subir y el recién recogido permanece callado casi todo el trayecto. Hasta que en un momento dado rompe a hablar, señalando al conductor los peligros de la carretera y echándole la culpa de los parches y baches existentes a la masonería y al judaísmo. Después le dice que a los españoles no se les puede dejar solos. Y pone como ejemplos de bienhacer a Pavía y al Espadón de Loja. Al rato, el conductor intenta hablar con él, mira por el retrovisor interior y el personaje uniformado resulta que ya ha desaparecido. Lleno de pavor, pretende acercarse hasta el cuartel de la Guardia Civil de uno de los pueblos existentes en la ruta para dar cuenta de lo sucedido. Pero se lo piensa mejor y no lo hace. Toma la determinación de intentar olvidar el suceso. ¿Cómo podría contarle al sargento-comandante de puesto que se había montado en su utilitario un fantasma psicopompo? El sargento-comandante de puesto le instaría a que le describiese con pelos y señales para proceder a hacer un informe a su jefe de Línea: su aspecto físico, su forma de vestir… Imposible. De hacerlo, de decir la verdad, estoy seguro que al conductor le obligarían a soplar en el etilómetro y nunca se sabe cómo podría acabar aquello. Posiblemente con sus huesos en el calabocillo.

Apretando el botón "reset"





Madrid quiere quitar nombres de calles relacionados de alguna manera con el franquismo: Gerardo Diego, Josep Pla, Manuel Machado, Eugenio d’Ors, Enrique Jardiel Poncela, Miguel Mihura, Ramón Gómez de la Serna, Ramiro de Meztu, Pedro Muñoz-Seca, Salvador Dalí, Santiago Bernabeu,  el torero Manolete, Juan de la Cierva Codorníu, Joaquín Turina, Víctor de la Serna Espina ( segundo hijo de Concha Espina) y así hasta 165 personajes, si Carmena considera un estudio llevado a cabo por el historiador  Antonio Ortiz, que le fue encargado hace dos años por Izquierda Unida y respaldado por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Lo que ya no sé es por qué otros personajes podrían ser cambiados tales nombres.Lo mejor, tal vez sea cambiarlos por nombres de películas: "Atraco a las tres", "Los ladrones somos gente honrada", etc, como hizo siendo alcalde de Zaragoza Juan Alberto Belloch en Valdespartera.  En el caso de Juan de la Cierva Codorníu, por ejemplo, al que Franco le otorgó con carácter póstumo el título nobiliario de conde de la Cierva, veo bien que se quite su nombre del callejero. De la Cierva, poe mucho que inventase el autogiro, ayudó a las fuerzas sublevadas para que éstas consiguieran el avión Dragon Rapide en el que Franco voló desde Gando (Islas Canarias) a Tetuán  para tomar el mando del ejército del norte de África. Pero, de paso, también habría que quitar su nombre a un premio de investigación y tecnología que, desde 2001, concede el Ministerio de Educación y Ciencia. Sobre Gerardo Diego, Premio Nacional de Literatura en 1925, Premio Cervantes compartido con Jorge Luis Borges en 1979,  consta que durante la guerra y la posguerra fueron frecuentes poemas políticos en defensa de los sublevados y de los voluntarios falangistas de la División Azul. Pla parece ser que colaboró en un servicio de espionaje franquista  financiado por Fracesc Cambó. En 1939 fue subdirector de La Vanguardia Española, que entonces dirigía Manuel Aznar Gómez Acedo (al que no le gustaba lo de Gómez y se lo quitó), abuelo del expresidente del Gobierno. Según La Vanguardia Española (domingo, 26 de noviembre de 1939), Manuel Aznar “corrió presuroso hacia Alicante para ser el primero en prestar guardia en la tumba de José Antonio”. Manuel Machado colaboró con el franquismo y ahí  queda como muestra su poema “Al sable del Caudillo”, escrito por él al tomar Madrid las tropas rebeldes. Así podría continuar señalando algo determinante sobre cada uno de los tipos que ahora se pretende quitar del callejero madrileño. Pero sería harto cansino y no merece la pena tal empeño.

sábado, 4 de julio de 2015

La bilbilitana calle del Olvido



La noticia, aunque parezca provinciana, es que el alcalde de Calatayud, José Manuel Aranda Lassa, ha firmado esta semana dos alquileres sociales para familias bilbilitanas, según cuenta La Comarca. Está bien que Aranda, del Partido Popular, se preocupe por los temas sociales en estos tiempos de persistente crisis económica. Pero lo que a mí  me choca es que a tales familias monoparentales se las haya llevado a unas viviendas propiedad de Bantierra en la calle del Olvido, eso sí, con un alquiler asequible. Lo que ya no dice la información es si tales viviendas habían pertenecido con anterioridad a otros bilbilitanos a los que esa cooperativa de crédito les había enviado a la Rue del Percebe por lanzamiento judicial. Sería bueno aclararlo, para evitar malos pensamientos; o sea, que se haya podido desvestir a un santo, en este caso a dos familias que no podían hacer frente a su hipoteca y se vieron en la calle, para vestir a otro. También choca que tales viviendas se encuentren, como decía, en la calle del Olvido, que arranca de la Plaza de Joaquín Costa y continúa haciendo una garrota hasta la Plaza de Primo de Rivera (don Miguel). Habría que preguntarle a José Verón Gormaz, Cronista Oficial de Calatayud, a qué es debida tal nominación a una céntrica calle. “Por la calle del Olvido vagan tu sombra y la mía, / cada una en una acera por las cosas de la vida”. Pero bueno, no importa. Vale más vivir en la calle del Olvido que morir olvidado en la calle. Aranda, médico de profesión, sabe que los recuerdos olvidados no desaparecen, sino que son sepultados en el inconsciente. Y un día, cuando menos te lo esperas, vuelven por sus fueros y afloran difuminados como cirros rojos en el ocaso por la sierra de Armantes. Y la palabra olvido se transforma en un hermoso piropo, en un trastorno cósmico que recupera las ansias de vivir. Lo dijo Juan Ramón: “¡No corras, ve despacio, / que adonde tienes que ir es a ti solo!”.



jueves, 2 de julio de 2015

Don Volusiano, don Pío y el caballo de Espartero





Leo en El Correo de Zamora que “Sacyil (sic) impide bendecir la capilla del Hospital Provincial de Zamora”. El asunto es que  Volusiano Calzada, capellán de ese centro, había invitado al vicario, al delegado de liturgia, al capellán del Clínico y a las “monjitas” que ayudaban a los enfermos en el antiguo centro de la Diputación Provincial. E hisipo en mano intentó aspergear el espacio desnudo destinado, al menos eso dicen, a capilla, al tiempo que un vigilante jurado le obligaba al capellán y a su séquito a abandonar el recinto de inmediato. “Mientras tanto -sigue diciendo la noticia- una responsable del Hospital conminaba al resto de los presentes a abandonar también las instalaciones, porque consultada la superioridad, ahí esa mañana no se iba a inaugurar nada. En esta ocasión era la Iglesia la que topaba con la Junta y vicario, curas y monjas marcharon por donde habían venido”. Todo evidencia que don Volusiano no había pedido permiso a nadie y tal “osadía” le hizo quedar como Cagancho en Almagro. El capellán, erre que erre, insistió que lo que pretendía era bendecir la capilla, no inaugurarla, para que pudiese cumplir su fin religioso. Y en un claro acto de soberbia se permitió comentar: “Es como si para decir misa los domingos hubiera que pedir permiso al gerente”. Pues no, don Volusiano, para decir misa entera todos los domingos no debe usted pedir permiso a nadie, siempre que, naturalmente, tales misas las haga en lugares habilitados para ello. Y ya de paso, al hilo de esta noticia, le diría al capellán que los enfermos no necesitan que les cuiden monjitas, sino médicos y enfermeras tituladas. De ser así, muchos profesionales de la Medicina no tendrían que buscarse la vida en otros países o permanecer en paro. Por cierto, ya que se ha hecho referencia a don Volusiano, aprovecho para recordar un suelto de Pío García en el diario La Rioja (de Vocento), de fecha 18 enero de 2010. Bajo el título “18 de enero, San Volusiano”, Pío García cuenta lo siguiente: “Les informo a todos ustedes de que hoy, lunes, 18 de enero, celebramos el día de San Volusiano. El Ayuntamiento de Logroño, dirigido por esa terrible coalición ateomahometana, ha ocultado alevosamente en su calendario la celebración de este magnífico santo, cuyas heroicas virtudes merecen al menos un nombre bajo la fecha. Sepa usted, señor Santos (vergüenza le debería dar deshonrar así su propio apellido), que Volusiano fue obispo de Tours hasta que los malvados godos invadieron la Galia y lo condenaron al destierro. (…). Los devotos de San Volusiano, que en La Rioja somos legión, nos sentimos íntimamente ultrajados por el olvido culpable de nuestro Ayuntamiento y anhelamos el momento de ver a doña Cuca Gamarra, martillo de herejes y luz de Trento, con el bastón de mando. (…) Por eso, desde ahora reclamaría el voto para la señora Gamarra, si no fuera por un matiz que, la verdad, me preocupa bastante: ¿Por qué le llaman Cuca, que es un nombre ficticio y como de broma, y no le dicen doña Inmaculada Concepción? ¿Acaso intenta usted, con ese apodo juguetón, borrar las evidentes raíces cristianocatólicas de nuestra civilización logroñesa? Los seguidores de San Volusiano, obispo, esperamos ansiosos su respuesta para saber si debemos votarle o no”. En efecto, Tomás Santos, del PSOE, fue sustituido en 2011 por Cuca Gamarra, del PP. Queda claro que doña Cuca, martillo de herejes y luz de Trento, debió dar cumplida respuesta  a Pío García (luego hablan de los cojones del caballo de Espartero en El Espolón) para alcanzar la Alcaldía. Y allí sigue.

miércoles, 1 de julio de 2015

La transustanciación de Revilla





Hay dos noticias chocantes hoy en la prensa aragonesa: una, que Calatayud  cuenta con el mayor número de centros dentales de la Comunidad (12 centros para 20.600 habitantes); y otra, que 120.000 trabajadores perciben salarios por debajo de del umbral de la pobreza. La primera de las noticias es fácil de entender. Con los centros dentales sucede como con las peluquerías, o sea, se busca un local adecuado,  se da uno de alta como autónomo y a esperar a que lleguen los clientes para sacarse una muela o para hacerse un corte de pelo parisién. La segunda de las noticias produce abatimiento. Llega  Pablo Abián, bilbilitano de nación, y dice que “duele haber salido de Aragón para hacerme un nombre”, refiriéndose a que acaba de ganar el pasado domingo en Bakú la medalla de oro en los Juegos Europeos. Hombre, Abián, que no te duela tanto. Si no hubieses ido a Azerbaiyán, no te hubieses comido una rosca. Todo lo más un milhojas de la confitería Micheto. Y Miguel Miranda, en un escueto artículo, “Qué sabrá el burro…”, publicado en El Periódico de Aragón, comenta “la escenita de Ortega Cano saliendo de la cárcel permitiéndose aconsejar prudencia al secretario general del PSOE, sugiriendo que los pactos con Podemos no le han gustado nada. ¡Prudencia! ¡Pero, Sr. Ortega, que usted está cumpliendo condena por haber mandado a la tumba a un señor que venía de trabajar mientras usted había bebido más de la cuenta! Ha perdido usted una ocasión magnífica para mantenerse callado y no hacer el ridículo, o en todo caso para pedir perdón una vez más a la familia del fallecido”. Siguen los calores, mientras el sacamuelas Miguel Ángel Revilla, candidato a la Presidencia de Cantabria, dice que “Pablo Iglesias ha bebido de mi doctrina”. Este hombre, ya lo verán, el día menos pensado nos vende un crecepelo en los Jardines de Pereda.