Leo hoy en el diario Heraldo de Aragón que la factoría Euroquímica, fabricante del jabón Lagarto, de la que existe en la
actualidad una factoría en Illescas y otra en Zaragoza desde 1971, ha cumplido un siglo
de existencia. Todo comenzó en1914 en el seno de una empresa familiar, Lizariturry y Rezola, hasta entonces fabricantes de bujías y velas, cuando
decidieron “fichar” a Peter Krebitz
en el momento en el que sus patentes estaban revolucionando Europa. Gracias a
su colaboración, se instala en San Sebastián una de las fábricas de jabón
más modernas. En 1974 se vendió la empresa a Francisco Moreno. Antiguamente casi todas las mujeres en los
pueblos hacían jabón de tajo que utilizaban en los ríos, en aquellos lavaderos públicos, casi
todos ya desaparecidos, y en casa, frotando la pastilla de jabón de tajo sobre
la ropa en una tabla corrugada. Según Eugenio
Monesma no era lo mismo “lavar la ropa” que “hacer la colada”, que
consistía en blanquear la ropa con una lejía a base de cenizas. Existían
diversas formas de blanquear la ropa, como ponerla al sol, utilizar azulete o
empaparla tras el lavado en agua a la que se le ha añadido agua oxigenada y
unas gotas de amoniaco. Se dejaba un rato para que actuase la mezcla y, más
tarde, se enjuagaba y se colocaba en el tendedor. Abundando en lo señalado por
Monesma, existe el manual “La colada
tradicional y el lavado a mano”, publicado por la Comunidad de Castilla La Mancha (Cuaderno núm. 20,
pp. 11-22, 2007) de enorme interés cultural. Cito textual: “La labor de colar
se hacía en casa, donde a veces había un cuarto solo para hacer la colada, era
un trabajo que lo realizaban las mujeres con ayuda de sus hijas, una mujer
adulta tenía que estar a cargo del proceso, porque se manipulaba agua muy caliente.
Se hacía una vez al mes, o incluso cada dos o tres meses, en verano se hacía
más a menudo. Para hacer la colada se necesitaba un caldero para hervir el
agua, un cocio (forma de tinaja grande) hecho de barro, un cernadero era una
pieza grande de lienzo y ceniza fina, principalmente de carrasca. Esta ceniza
procedía de la leña que se quemaba en los fogones de las casas para calentarlas
y cocinar. Era un artículo muy valioso, en los pueblos que no disponían de leña
de carrasca iban a comprarla fuera. Por último, para realizar el aclarado se
utilizaban losas de madera y gamellas o calderetas. El proceso era sencillo
pero delicado, primero se ponía la ropa a remojo en agua para después meterla
formando capas lo más extendida posible en el cocio, sin jabón. El cocio se
tapaba con el cernadero bien tensado, y se sujetaba a la parte de arriba con
una cuerda o cordón. A continuación se echaba ceniza de carrasca encima del
cernadero, una cantidad suficiente para cubrir la superficie del cernadero,
como éste era de un tejido muy grueso, no había peligro de que la ceniza se
metiera en el cocio y manchara la ropa. Mientras tanto, se había puesto a
hervir agua en un caldero grande. Cuando esta hervía, comenzaba el acto de
colar, así se vertía encima de la ceniza poco a poco con un cazo mas pequeño.
Esta operación había que hacerlo con cuidado para no escaldarse. El agua se
filtraba por la ceniza y el cernadero y pasaba al cocio, empapando las capas de
ropa. El agua que se filtraba por la ceniza tenía un efecto de lejía que era el
que conseguía limpiar y blanquear las prendas El trabajo se repetía una y otra
vez, ya que el agua sobrante se iba escurriendo por un orificio practicado en
la parte inferior del cocio, se volvía a recoger a calentar y a verter de nuevo
en el cocio. La colada duraba varias horas, en función de la ropa que se
tuviera y lo sucia que estuviera, el agua que se reutilizaba se cambiaba si
estaba muy sucia. Una vez que se había terminado de colar, las prendas se
aclaraban en cualquier sitio al efecto, el río, acequias, pozos o los lavaderos
públicos”. En fín, pensaba inicialmente haber hecho un elogio del jabón Lagarto, que se lo merece, y he
terminado centrándome en la colada. Pero no se preocupen, que el tema da para
mucho. Feliz domingo.
domingo, 12 de julio de 2015
sábado, 11 de julio de 2015
Stocks de asilvestrados
Enric Gonzáles,
en El Mundo, al hacer referencia a
ese posible cambio de placas en el callejero de Madrid, todas ellas
relacionadas con el franquismo, pone el dedo en la llaga y señala: “¿En
serio quieren quitarle una calle a Manolete?
¿Y a Dalí? Hombre, comprendo
que no se dediquen avenidas a un psicópata asesino como Millán Astray, pero carece de sentido
anular casi medio siglo de la historia de España. Francisco Franco existió y existió el franquismo, impuesto al
principio por las armas y luego por asentimiento mayoritario. Nadie mató al
franquismo, murió de viejo”. Cierto. Un régimen totalitario no dura en el poder
casi cuarenta años si los ciudadanos no quieren. Y cierto es, también, que en
septiembre de 1975 se llenó la
Plaza de Oriente en defensa de aquel régimen autoritario,
mientras la Europa
civilizada echaba chispas por las últimas ejecuciones sumarísimas llevadas a cabo
en septiembre. A los que ahora tienen mala memoria histórica les recuerdo que
el Parlamento Europeo invitó a la
Comisión y al Consejo de Ministros a congelar las relaciones
existentes con España “hasta que la
libertad y la democracia sea establecidas en el país”. Tanto la Comisión Europea
como el Consejo de Ministros y el Parlamento de los “nueve” habían solicitado
al régimen de Franco clemencia para los tres militantes del FRAP y los dos de
ETA, fusilados en la madrugada del sábado, 27 de septiembre. Manuel Fraga, al que se le atribuye el
dicho: “el mejor terrorista es el terrorista muerto”, era por aquellos días
embajador de España en el Reino Unido. Unas fechas antes, el Gobierno griego
presidido por Caramanlis había decidido por unanimidad proponer la conmutación de
tres penas de muerte contra los máximos responsables (coroneles George Papadopulos, Stylanos
Patazos y Nicolae Makarezos) del
golpe de Estado del 21 de abril de 1967. Otras trece peticiones a la máxima
pena fueron reducidas. Aquel Gobierno heleno prefirió afrontar las iras de la Oposición que crear
ansias revanchistas. Los errores siempre se pagan y no conviene olvidad que el
rey Constantino I (cuñado del exrey Juan Carlos) tuvo que salir zumbando de
aquel país por haberse puesto al lado de los coroneles. Algo parecido a lo que
le pasó a Alfonso XIII por el Pacto de San Sebastián. A aquel nefasto
rey de España no se le perdonó, tampoco, haber
consentido el golpe de Primo de
Rivera en septiembre de 1923 ni otras cuestiones de enorme calado, como sus
ánimos por telegrama al general de división Manuel Fernández Silvestre, entonces comandante general de Melilla,
que resultó ser una absoluta nulidad para el mando de las tropas, poco antes
del desastre del Rif. Pero casi lo peor de todo fue que aquella zona africana,
el valle de Annual, era de un nulo valor estratégico, donde no merecía la
muerte de un solo soldado. He dicho “casi” porque hubo algo peor: lo que hizo
el rey de España; o sea, aplaudir a los pablorromeros
desde la barrera de sombra y parapetarse en la distancia que le separaba del
campo de lucha de soldados españoles, todos ellos de recluta obligatoria,
contra las cavilas de Abd-el-Krim El
Jatabi, alias Pajarito, aquel
malhadado día 22 de julio de 1921.
Existe una anécdota sobre Silvestre que no quiero pasar por alto: en marzo de 1954, Abd-El-Krim, exiliado en Egipto,
recibió en su palacio de El Cairo al periodista
Fernando P. de Cambra. En un
momento dado, Cambra le preguntó a Abd-El-Krim sobre el final de Silvestre.
“¿Cayó luchando? ¿Lo asesinaron? ¿Murió en el cautiverio?”. “No, nada de
eso -respondió Abd-El-Krim-, si hubiera sido hecho prisionero le habríamos
respetado la vida como hicimos con el general Navarro. El general Fernández Silvestre se suicidó en Annual cuando
vio que la posición ya no podía resistir más. Fue un bravo soldado que no
admitía la derrota. Tal vez fuera demasiado impulsivo. Tuve entre mis manos su
fajín”. Al concluir la entrevista, Abd-El-Krim le obsequió con una espléndida
cena árabe y más tarde le entregó una carta para el general Franco. De regreso a
España, Cambra, a través del ministro de Información y Turismo, Arias Salgado, hizo llegar a Franco la
carta de Abd-El-Krim (junto con un pequeño informe de lo hablado durante la
entrevista que le concedió en El Cairo), cuya carta Franco no quiso leer,
manifestando a Arias Salgado: “No deseo saber nada de traidores”.
jueves, 9 de julio de 2015
Un fantasma psicopompo
El próximo mes de noviembre hará
cuarenta años de la muerte de Francisco
Franco en el sanatorio La Paz, de Madrid. Hay leyendas urbanas para
todos los gustos. Fernando Vizcaíno
Casas que, por cierto, ejerció de abogado laboralista, publicó en 1978 su
novela “…Y al tercer año, resucitó”,
con humor corrosivo. Y de pronto me ha venido a la cabeza la leyenda urbana de “la chica de la curva”. Para José Manuel Pedrosa, autor de “La
autoestopista fantasma y otras leyendas urbanas españolas”, la autoestopista de marras (que enseña la
ruta y advierte del peligro) es un “fantasma psicopompo”. Imaginen ustedes una
noche cualquiera de noviembre, nublada y con exiguo tránsito en las carreteras,
cuando, en un momento determinado de la noche, se le antoja al conductor ver en
el arcén, aunque de forma bastante difuminada, a un hombre pequeño y rechoncho,
con una gorra con borla y su mano temblorosa pidiendo que le lleven en autostop
hasta el municipio de El Pardo. Le invita a subir y el recién recogido
permanece callado casi todo el trayecto. Hasta que en un momento dado rompe a
hablar, señalando al conductor los peligros de la carretera y echándole la
culpa de los parches y baches existentes a la masonería y al judaísmo. Después
le dice que a los españoles no se les puede dejar solos. Y pone como ejemplos
de bienhacer a Pavía y al Espadón de Loja. Al rato, el conductor
intenta hablar con él, mira por el retrovisor interior y el personaje
uniformado resulta que ya ha desaparecido. Lleno de pavor, pretende acercarse
hasta el cuartel de la Guardia Civil
de uno de los pueblos existentes en la ruta para dar cuenta de lo sucedido.
Pero se lo piensa mejor y no lo hace. Toma la determinación de intentar olvidar
el suceso. ¿Cómo podría contarle al sargento-comandante de puesto que se había
montado en su utilitario un fantasma psicopompo? El sargento-comandante de
puesto le instaría a que le describiese con pelos y señales para proceder a
hacer un informe a su jefe de Línea: su aspecto físico, su forma de vestir…
Imposible. De hacerlo, de decir la verdad, estoy seguro que al conductor le
obligarían a soplar en el etilómetro y nunca se sabe cómo podría acabar
aquello. Posiblemente con sus huesos en el calabocillo.
Apretando el botón "reset"
Madrid quiere quitar nombres de calles relacionados de alguna
manera con el franquismo: Gerardo Diego,
Josep Pla, Manuel Machado, Eugenio d’Ors, Enrique Jardiel Poncela, Miguel
Mihura, Ramón Gómez de la Serna,
Ramiro de Meztu, Pedro Muñoz-Seca, Salvador Dalí, Santiago Bernabeu, el torero Manolete, Juan de la Cierva Codorníu,
Joaquín Turina, Víctor de la
Serna Espina ( segundo hijo de Concha Espina) y así hasta 165 personajes, si Carmena considera un estudio llevado a cabo por el historiador Antonio
Ortiz, que le fue encargado hace dos años por Izquierda Unida y respaldado
por la Asociación
para la Recuperación
de la Memoria
Histórica. Lo que ya no sé es por qué otros personajes podrían
ser cambiados tales nombres.Lo mejor, tal vez sea cambiarlos por nombres de películas: "Atraco a las tres", "Los ladrones somos gente honrada", etc, como hizo siendo alcalde de Zaragoza Juan Alberto Belloch en Valdespartera. En el caso de Juan de la Cierva Codorníu, por ejemplo,
al que Franco le otorgó con carácter
póstumo el título nobiliario de conde de
la Cierva,
veo bien que se quite su nombre del callejero. De la Cierva, poe mucho que
inventase el autogiro, ayudó a las fuerzas sublevadas para que éstas
consiguieran el avión Dragon Rapide
en el que Franco voló desde Gando (Islas Canarias) a Tetuán para tomar el mando del ejército del norte de
África. Pero, de paso, también habría que quitar su nombre a un premio de
investigación y tecnología que, desde 2001, concede el Ministerio de Educación
y Ciencia. Sobre Gerardo Diego, Premio
Nacional de Literatura en 1925, Premio
Cervantes compartido con Jorge Luis
Borges en 1979, consta que durante
la guerra y la posguerra fueron frecuentes poemas políticos en defensa de los
sublevados y de los voluntarios falangistas de la División Azul. Pla
parece ser que colaboró en un servicio de espionaje franquista financiado por Fracesc Cambó. En 1939 fue subdirector de La
Vanguardia
Española, que entonces dirigía Manuel Aznar Gómez Acedo (al que no le gustaba lo de Gómez y se lo
quitó), abuelo del expresidente del Gobierno. Según La
Vanguardia Española (domingo, 26
de noviembre de 1939), Manuel Aznar “corrió presuroso hacia Alicante para ser
el primero en prestar guardia en la tumba de José Antonio”. Manuel
Machado colaboró con el franquismo y ahí
queda como muestra su poema “Al
sable del Caudillo”, escrito por él al tomar Madrid las tropas rebeldes.
Así podría continuar señalando algo determinante sobre cada uno de los tipos
que ahora se pretende quitar del callejero madrileño. Pero sería harto cansino
y no merece la pena tal empeño.
sábado, 4 de julio de 2015
La bilbilitana calle del Olvido
La noticia, aunque parezca provinciana, es que el alcalde de
Calatayud, José Manuel Aranda Lassa,
ha firmado esta semana dos alquileres sociales para familias bilbilitanas,
según cuenta La
Comarca. Está bien que Aranda, del
Partido Popular, se preocupe por los temas sociales en estos tiempos de
persistente crisis económica. Pero lo que a mí me choca es que a tales familias
monoparentales se las haya llevado a unas viviendas propiedad de Bantierra en la calle del Olvido, eso
sí, con un alquiler asequible. Lo que ya no dice la información es si tales
viviendas habían pertenecido con anterioridad a otros bilbilitanos a los que
esa cooperativa de crédito les había enviado a la Rue del Percebe por
lanzamiento judicial. Sería bueno aclararlo, para evitar malos pensamientos; o
sea, que se haya podido desvestir a un santo, en este caso a dos familias que
no podían hacer frente a su hipoteca y se vieron en la calle, para vestir a
otro. También choca que tales viviendas se encuentren, como decía, en la calle
del Olvido, que arranca de la
Plaza de Joaquín Costa y continúa haciendo una garrota hasta la Plaza de Primo de Rivera
(don Miguel). Habría que preguntarle a José
Verón Gormaz, Cronista Oficial de Calatayud, a qué es debida tal nominación
a una céntrica calle. “Por la calle del Olvido vagan tu sombra y la mía, / cada
una en una acera por las cosas de la vida”. Pero bueno, no importa. Vale más
vivir en la calle del Olvido que morir olvidado en la calle. Aranda, médico de
profesión, sabe que los recuerdos olvidados no desaparecen, sino que son
sepultados en el inconsciente. Y un día, cuando menos te lo esperas, vuelven
por sus fueros y afloran difuminados como cirros rojos en el ocaso por la sierra de Armantes. Y la palabra olvido se transforma en un hermoso piropo, en
un trastorno cósmico que recupera las ansias de vivir. Lo dijo Juan Ramón: “¡No corras, ve despacio, /
que adonde tienes que ir es a ti solo!”.
jueves, 2 de julio de 2015
Don Volusiano, don Pío y el caballo de Espartero
Leo en El Correo de
Zamora que “Sacyil (sic) impide bendecir
la capilla del Hospital Provincial de Zamora”. El asunto es que Volusiano
Calzada, capellán de ese centro, había invitado al vicario, al delegado de
liturgia, al capellán del Clínico y a las “monjitas” que ayudaban a los
enfermos en el antiguo centro de la Diputación Provincial.
E hisipo en mano intentó aspergear el espacio desnudo destinado, al menos eso
dicen, a capilla, al tiempo que un vigilante jurado le obligaba al capellán y a
su séquito a abandonar el recinto de inmediato. “Mientras tanto -sigue diciendo
la noticia- una responsable del Hospital conminaba al resto de los presentes a
abandonar también las instalaciones, porque consultada la superioridad, ahí esa
mañana no se iba a inaugurar nada. En esta ocasión era la Iglesia la que topaba con la Junta y vicario, curas y
monjas marcharon por donde habían venido”. Todo evidencia que don Volusiano no
había pedido permiso a nadie y tal “osadía” le hizo quedar como Cagancho en Almagro. El capellán, erre
que erre, insistió que lo que pretendía era bendecir la capilla, no
inaugurarla, para que pudiese cumplir su fin religioso. Y en un claro acto de
soberbia se permitió comentar: “Es como si para decir misa los domingos hubiera
que pedir permiso al gerente”. Pues no, don Volusiano, para decir misa entera
todos los domingos no debe usted pedir permiso a nadie, siempre que,
naturalmente, tales misas las haga en lugares habilitados para ello. Y ya de
paso, al hilo de esta noticia, le diría al capellán que los enfermos no
necesitan que les cuiden monjitas, sino médicos y enfermeras tituladas. De ser
así, muchos profesionales de la
Medicina no tendrían que buscarse la vida en otros países o
permanecer en paro. Por cierto, ya que se ha hecho referencia a don Volusiano,
aprovecho para recordar un suelto de Pío
García en el diario La Rioja (de Vocento),
de fecha 18 enero de 2010. Bajo el título “18
de enero, San Volusiano”, Pío García cuenta lo siguiente: “Les informo a
todos ustedes de que hoy, lunes, 18 de enero, celebramos el día de San Volusiano. El Ayuntamiento de
Logroño, dirigido por esa terrible coalición ateomahometana, ha ocultado
alevosamente en su calendario la celebración de este magnífico santo, cuyas heroicas
virtudes merecen al menos un nombre bajo la fecha. Sepa usted, señor Santos (vergüenza le debería dar
deshonrar así su propio apellido), que Volusiano fue obispo de Tours hasta que
los malvados godos invadieron la
Galia y lo condenaron al destierro. (…). Los devotos de San
Volusiano, que en La Rioja
somos legión, nos sentimos íntimamente ultrajados por el olvido culpable de
nuestro Ayuntamiento y anhelamos el momento de ver a doña Cuca Gamarra, martillo de herejes y luz de Trento, con el
bastón de mando. (…) Por eso, desde ahora reclamaría el voto para la señora
Gamarra, si no fuera por un matiz que, la verdad, me preocupa bastante: ¿Por
qué le llaman Cuca, que es un nombre ficticio y como de broma, y no le dicen doña Inmaculada Concepción? ¿Acaso intenta
usted, con ese apodo juguetón, borrar las evidentes raíces cristianocatólicas
de nuestra civilización logroñesa? Los seguidores de San Volusiano, obispo,
esperamos ansiosos su respuesta para saber si debemos votarle o no”. En efecto,
Tomás Santos, del PSOE, fue
sustituido en 2011 por Cuca Gamarra, del PP. Queda claro que doña Cuca,
martillo de herejes y luz de Trento, debió dar cumplida respuesta a Pío García (luego hablan de los cojones del
caballo de Espartero en El Espolón)
para alcanzar la Alcaldía. Y
allí sigue.
miércoles, 1 de julio de 2015
La transustanciación de Revilla

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