Hay dos noticias chocantes hoy en la prensa aragonesa: una,
que Calatayud cuenta con el mayor número
de centros dentales de la
Comunidad (12 centros para 20.600 habitantes); y otra, que
120.000 trabajadores perciben salarios por debajo de del umbral de la pobreza.
La primera de las noticias es fácil de entender. Con los centros dentales
sucede como con las peluquerías, o sea, se busca un local adecuado, se da uno de alta como autónomo y a esperar a
que lleguen los clientes para sacarse una muela o para hacerse un corte de pelo
parisién. La segunda de las noticias produce abatimiento. Llega Pablo
Abián, bilbilitano de nación, y dice que “duele haber salido de Aragón para
hacerme un nombre”, refiriéndose a que acaba de ganar el pasado domingo en Bakú
la medalla de oro en los Juegos Europeos. Hombre, Abián, que no te duela tanto.
Si no hubieses ido a Azerbaiyán, no te hubieses comido una rosca. Todo lo más
un milhojas de la confitería Micheto. Y
Miguel Miranda, en un escueto
artículo, “Qué sabrá el burro…”,
publicado en El Periódico de Aragón,
comenta “la escenita de Ortega Cano saliendo de la cárcel
permitiéndose aconsejar prudencia al secretario general del PSOE, sugiriendo
que los pactos con Podemos no le han gustado nada. ¡Prudencia! ¡Pero, Sr.
Ortega, que usted está cumpliendo condena por haber mandado a la tumba a un
señor que venía de trabajar mientras usted había bebido más de la cuenta! Ha
perdido usted una ocasión magnífica para mantenerse callado y no hacer el ridículo,
o en todo caso para pedir perdón una vez más a la familia del fallecido”.
Siguen los calores, mientras el sacamuelas Miguel
Ángel Revilla, candidato a la Presidencia de Cantabria, dice que “Pablo Iglesias ha bebido de mi
doctrina”. Este hombre, ya lo verán, el día menos pensado nos vende un
crecepelo en los Jardines de Pereda.
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