miércoles, 2 de enero de 2019

Lo que no puede ser, no puede ser...



Aunque parezca increíble, ayer hice los 218 kilómetros por ferrocarril del trayecto Zaragoza-Canfranc, el famoso “tamagochi”, sin sobrepasar los 60 kilómetros por hora por una vía infame y sin salir de casa. Lo transmitía la televisión aragonesa con motivo del  nonagésimo aniversario de su puesta en funcionamiento, que tuvo lugar el 18 de julio de 1928. Si les digo la verdad, el viaje me resultó cansado. Me recordó aquellos viajes que de niños hacíamos mi hermano y yo, acompañados de nuestro padre, vía Ariza hasta Valladolid cada día de san Antonio, es decir cada 13 de junio. Y ya en Valladolid, hacíamos tiempo viendo una película en un cine hasta la llegada de otro tren procedente de no sé dónde y con dirección a Galicia que nos transportaba hasta Lugo, donde llegábamos a la mañana siguiente. En Valladolid hacíamos el cambio, nos recogían mis abuelos y mi padre volvía de regreso a casa no recuerdo a qué hora ni en qué medio. Y en Lugo pasábamos todo el verano. A últimos de septiembre hacíamos el trayecto inverso. Se me antojaba aquello como lo más parecido a la cansina trashumancia de ganado por las dehesas en las películas del Oeste hacia sus asentamientos estacionales,  a la “veranada” de los Mapuches, o vaya usted a saber. Merece la pena llegar al final del trayecto aunque sólo sea por ver su estación, situada en Los Arañones e inaugurada por Alfonso XIII, Miguel Primo de Rivera y el presidente francés Gaston Doumerge. Fue una línea férrea complicada desde que el 13 de abril de 1864 el Gobierno habilitase un crédito extraordinario de 20 millones de reales para sufragar el paso por los Pirineos hasta Francia. Sin embargo, hasta el 14 de octubre de 1881no se presentó en el Congreso un  proyecto de ley para llevarlo a cabo. Lo hizo el entonces ministro de Fomento José Luis Albareda. Un año más tarde puso la primera piedra de ese ferrocarril el rey Alfonso XIII. En 1888 se comienza el tramo Huesca-Ayerbe por La Compañía del Norte. Se completa hasta Jaca en1893. Un año después tiene lugar un acuerdo entre España y Francia para llevar a cabo diversas conexiones traspirenaicas, entre ellas la línea de Canfranc. En 1907 se decidió que su estación término se llamaría Los Arañones. En 1908 se adjudican las obras del túnel de Canfranc a la sociedad catalana General de Crédito, que al poco se traspasó a la sociedad bilbaína Calderai & Bastianelli. En noviembre de ese año se contrata el tramo Jaca-Villanúa y comienza la faraónica perforación del túnel de Somport, de 7.875 metros de longitud. Sus obras (parte en España y parte en Francia) se prolongan hasta finales de 1912. En 1914 se paralizan las obras francesas como consecuencia de la Guerra Europea. En abril de 1921 se adjudican las obras de la Estación de Los Arañones. Al inicio de la Guerra Civil, la boca del túnel sería tapiada y el ferrocarril paralizado. Durante la Segunda Guerra Mundial, parte de la Estación (la zona francesa) fue ocupada por los nazis. La vía se reabrió al tráfico en 1948. Pero el 28 de marzo de 1970 hubo un descarrilamiento de mercancías en el lado francés y el derrumbe del puente de L’Estanguet sobre el río Gave d’Aspe. Francia decidió cerrar la línea definitivamente. La transmisión por la televisión aragonesa que se pudo ver ayer “a ojos de maquinista de locomotora” puso de manifiesto la obsolescencia del tramo español de esa línea férrea. Entiendo dificultosa su reapertura, como pretende Lambán.

No hay comentarios: