miércoles, 9 de enero de 2019

El juego del despiste



La prensa española señala hoy lo que dice The New York Times sobre Vox, o sea, sobre extrema derecha, nacionalista y anti inmigrante. Bueno, pues eso ya se sabía. Ahora me voy a permitir decir lo que opino yo sobre Vox: A mi entender, Vox es una escisión de la derecha (léase Partido Popular), creado por ese partido fundado por siete exministros franquistas, para dejar fuera de combate a Ciudadanos. El diario americano califica a Abascal de “orador apasionado que se enorgullece de llevar pistola”. Lo que no termino de comprender es cómo se le permite a ese tipo portar arma corta si se tiene en cuenta que ya no existe ETA, esa organización criminal a la que  Aznar se permitió denominar como “movimiento vasco de liberación” cuando negoció con esos canallas y pretendía con ese eufemismo justificarse ante su electorado. “He autorizado personalmente contactos…”,  dijo en 1998 sin despeinarse el bigote. Hay cosas que no se pueden borrar de la historia reciente. Y ahora, veinte años más tarde, Pablo Casado, discípulo aventajado de Aznar y presidente nacional del PP, intenta pactar con el diablo, o sea, con Vox y con su enemigo natural, Ciudadanos,  para poder hacerse con las riendas de la Junta de Andalucía. Y como si de una carrera ecuestre de obstáculos (clase lepping) se tratase, la dirección de los populares se dedica, también en otras Comunidades, a hacer saltos de caballo imprevisibles y siempre bordeando acantilados: en Cantabria apuesta por Ruh Beitia, en contra de la propuesta del partido en esa Comunidad Autónoma, que había apostado por María José Sáenz de Buruaga. Y en otra Comunidad Próxima, Asturias, trata de imponer a la expresidenta de Hunosa, Teresa Mallada, en vez de a la líder Mercedes Fernández. La cosa no ha hecho más que empezar. Ya veremos qué ocurre en otras comunidades. El juego del despiste es como cambiar los dorsales de los jugadores en pleno partido. Como escribía María Dolores Tortosa en el diario SUR (domingo, 15 de julio de 2018) “en Andalucía, ni a lomos del ‘caso ERE’, entonces un escándalo de los socialistas andaluces con portadas diarias logró [Arenas] cabalgar hasta San Telmo”. (…) “De la humillación que le hizo pasar entonces Dolores de Cospedal al forzarle a abandonar la dirección regional del partido y dejarle el testigo a Zoido, vienen estos lodos de rivalidad y división ahora en el PP. En la sucesión de Zoido, que solo duró dos años, Arenas le devolvió la afrenta e hizo que fracasaran los dos candidatos de Cospedal: José Antonio Nieto y José Luis Sanz. Rajoy optó por Moreno y aunque Arenas se arrogó la elección a dedo de Rajoy, a ésta contribuyó tanto Santamaría como Jorge Moragas”. Y en esas estamos. Si ahora Moreno se coloca sobre su cabeza la corona mural por haber sido el primero no socialista en trepar por las defensas de la antigua residencia de los Montpensier, será gracias a un tripartito donde el que mandará será el partido que no desea gobernar, o al menos eso dicen sus responsables, pero al que deberán seguirle la corriente, como en la canción de María Cristina, cuarta y última esposa de Fernando VII y madre de María Luisa, la del parque, para entendernos.

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