Que a mí me conste, hay dos canciones en las que
sale a relucir el nombre de doña
Manolita, aquella muchacha que en 1904, cuando contaba 25 años de edad, se
decidió a abrir con sus otras tres hermanas un despacho de lotería en el número
18 de la madrileña calle de San Bernardo. Su despacho no lograba dar premios de
importancia, pero la suerte de Manuela
de Pablo cambió a mediados de los años veinte. Lo contó ella misma en una
entrevista que le hizo un periodista de “Crónica”
(21-12-1930): “Pues escuche usted ahora el verdadero secreto de mi
buena mano. El año 1926, harta de que no correspondiese jamás a esta
administración un premio que valiese la pena, hice cuatro viajes a Zaragoza, y
en los cuatro tuve la suerte de ver a la Pilarica con su manto rojo, que es
signo infalible de fortuna. Pedí unos números que se me ocurrieron sin saber
por qué, los vendí en mi casa y el premio gordo de Navidad fue conmigo aquel
año, siendo éste el comienzo de mi fama como lotera.”. Su negocio prosperó y cambió la
ubicación de su despacho. Primero a la Puerta del Sol, esquina a Arenal; más tarde,
en 1931, a Gran Vía, 31. En 1937, su
despacho sufrió importantes daños por los continuos bombardeos de los rebeldes.
La metralla reventó el escaparate. Por culpa de la guerra civil doña Manolita llegó
a perder el noventa por ciento de su clientela, hasta el punto de pensar dejar
el negocio de la lotería y ponerse a trabajar en una estación del metro. Doña
Manolita, que había nacido en 1879, murió en 1951. Su despacho de apuestas fue
traspasado en 1967. Finalmente, en 2011 se trasladó a la calle el Carmen, 22, donde
continúa y donde se forman enormes colas para adquirir sus décimos. El diario ABC decía en su esquela: “Ayer perdió Madrid una de sus figuras más
populares: doña Manolita de Pablo, la famosa lotera de la Gran Vía, de cuya
mano esperaba toda España la caricia de la fortuna [...] Esposa de un picador
retirado que cambió la garrocha por los billetes numerados y
hermana de otra lotera madrileña, doña Manolita de Pablo fue una tenaz
trabajadora que hasta los últimos días de una vida laboriosa permaneció al pie de su
mostrador atendiendo a su numerosa clientela". Su
hermana Carmen, continuadora del
negocio, falleció veinte años después, y se hizo cargo del despacho en 1973 Carmen Gálvez de Pablo, sobrina de doña
Manolita. Su hijo Alfredo Salgado,
abandonó España en 1987 precipitadamente tras dejar una deuda millonaria con
Hacienda, el Hipódromo y una casa de apuestas. Esa fue la razón de que el
negocio pasase a manos de Juan Luis de Castillejo y Bermúdez de
Castro, tercer conde de Cabrillas, persona sencilla que vive en el anonimato en el
barrio de Salamanca. Hay un caso curioso en las hemerotecas que demuestran la numerosa clientela que tuvo el
despacho de doña Manolita. Así, en “El
Siglo Futuro” (miércoles, 14 de agosto de 1935) se da la noticia e la
captura de la banda
de pistoleros comandada por "El enemigo público número 2", que
así se hacía llamar Vicente Galera
Macías (conocido también con el apodo de "El Guano"), jefe de una numerosa banda que realizó
varios atracos en Barcelona y en otras ciudades. Dice ese diario: “Al
ser detenidos por la policía madrileña se revelará que la intención de los
malhechores en Madrid era la de cometer una serie de robos con el fin de
sostener económicamente a un partido político con parte del botín. El frustrado
plan incluirá atracos a la Unión Española de Explosivos; un habilitado de las
Clases Pasivas con oficinas en Pi y Margall, 12; un establecimiento bancario de
la calle Fuencarral, cerca de la Glorieta de Bilbao, y un último en la
Administración de Loterías de Doña Manolita. Parece ser que de éste -que sería
el primero de la serie- desistirán los pistoleros por lo concurrido del local”.
La foto que ilustra este chat está
tomada en 1948. Doña Manolita tenía entonces 69 años.
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