Aunque parezca increíble, ayer hice los 218
kilómetros por ferrocarril del trayecto Zaragoza-Canfranc, el famoso “tamagochi”,
sin sobrepasar los 60 kilómetros por hora por una vía infame y sin salir de
casa. Lo transmitía la televisión aragonesa con motivo del nonagésimo aniversario de su puesta en
funcionamiento, que tuvo lugar el 18 de julio de 1928. Si les digo la verdad,
el viaje me resultó cansado. Me recordó aquellos viajes que de niños hacíamos
mi hermano y yo, acompañados de nuestro padre, vía Ariza hasta Valladolid cada
día de san Antonio, es decir cada 13 de junio. Y ya en Valladolid, hacíamos
tiempo viendo una película en un cine hasta la llegada de otro tren procedente
de no sé dónde y con dirección a Galicia que nos transportaba hasta Lugo, donde
llegábamos a la mañana siguiente. En Valladolid hacíamos el cambio, nos recogían
mis abuelos y mi padre volvía de regreso a casa no recuerdo a qué hora ni en
qué medio. Y en Lugo pasábamos todo el verano. A últimos de septiembre hacíamos
el trayecto inverso. Se me antojaba aquello como lo más parecido a la cansina
trashumancia de ganado por las dehesas en las películas del Oeste hacia sus
asentamientos estacionales, a la “veranada”
de los Mapuches, o vaya usted a saber. Merece la pena llegar al final del
trayecto aunque sólo sea por ver su estación, situada en Los Arañones e inaugurada
por Alfonso XIII, Miguel Primo de Rivera y el presidente francés Gaston Doumerge. Fue una línea férrea complicada desde que el 13 de
abril de 1864 el Gobierno habilitase un crédito extraordinario de 20 millones
de reales para sufragar el paso por los Pirineos hasta Francia. Sin embargo,
hasta el 14 de octubre de 1881no se presentó en el Congreso un proyecto de ley para llevarlo a cabo. Lo hizo
el entonces ministro de Fomento José
Luis Albareda. Un año más tarde puso la primera piedra de ese ferrocarril
el rey Alfonso XIII. En 1888 se comienza el tramo Huesca-Ayerbe por La Compañía
del Norte. Se completa hasta Jaca en1893. Un año después tiene lugar un acuerdo
entre España y Francia para llevar a cabo diversas conexiones traspirenaicas,
entre ellas la línea de Canfranc. En 1907 se decidió que su estación término se
llamaría Los Arañones. En 1908 se adjudican las obras del túnel de Canfranc a
la sociedad catalana General de Crédito,
que al poco se traspasó a la sociedad bilbaína Calderai & Bastianelli. En noviembre de ese año se contrata el
tramo Jaca-Villanúa y comienza la faraónica perforación del túnel de Somport,
de 7.875 metros de longitud. Sus obras (parte en España y parte en Francia) se prolongan
hasta finales de 1912. En 1914 se paralizan las obras francesas como consecuencia
de la Guerra Europea. En abril de 1921 se adjudican las obras de la Estación de
Los Arañones. Al inicio de la Guerra Civil, la boca del túnel sería tapiada y
el ferrocarril paralizado. Durante la Segunda Guerra Mundial, parte de la Estación
(la zona francesa) fue ocupada por los nazis. La vía se reabrió al tráfico en
1948. Pero el 28 de marzo de 1970 hubo un descarrilamiento de mercancías en el
lado francés y el derrumbe del puente de L’Estanguet sobre el río Gave d’Aspe.
Francia decidió cerrar la línea definitivamente. La transmisión por la televisión aragonesa que
se pudo ver ayer “a ojos de maquinista de locomotora” puso de manifiesto la
obsolescencia del tramo español de esa línea férrea. Entiendo dificultosa su
reapertura, como pretende Lambán.
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