El mensaje de una paloma pudo
cambiar el curso de la
Segunda Guerra Mundial. No se sabe todavía qué cuenta el
mensaje cifrado encontrado en una de sus patas y encontrada en el interior de
una chimenea de Bletchingly, en la casa de un tal David Martin. Han pasado 70
años de aquel vuelo fallido y el mensaje de la paloma en cuestión ha perdido ya
todo interés bélico, aunque estoy seguro de que será de gran interés para los
historiadores. Se escriben ríos de tinta sobre los soldados fallecidos en
combate en aquellos cinco años de infierno y de los “daños colaterales”
sobrellevados por el personal civil ajeno a cualquier ofensiva, como sucede
siempre en toda guerra, pero ni los ingleses ni los alemanes fueron capaces de
erigir una figura, al estilo de la que tiene Viriato en Zamora, en memoria de
las más de 250.000 palomas mensajeras que cumplieron una importante misión
histórica con los columbogramas. Y ya que aludo al caudillo lusitano, me entero
por “La opinión de Zamora” que el escultor Eduardo Barrón, muerto en Madrid en 1911,
enterrado en la
Sacramental de San Justo y autor de la figura de Viriato en
bronce, será el primero en estar enterrado, una vez sean
exhumados y trasladados sus restos desde Madrid, en el nuevo Panteón de Zamoranos Ilustres,
según ha anunciado la alcaldesa de Zamora, Rosa Valdeón.
Son detalles que se agradecen. Ya lo creo.
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