Agoniza el año bisiesto. Estamos
ya en el veranillo del membrillo. Ha muerto Miliki, pero nos deja el circo.
Termina en Cádiz la Cumbre Iberoamericana,
el Rey anuncia que debe volver a pasar por el quirófano por lo de su cadera y
aparece la primera parte de las memorias de Aznar. El año se marcha por el
desagüe de la historia como el rosario de la Aurora. ¿Que espera España de los países de la América Latina? ¿Qué vuelva a
acoger a los españoles en sus tierras como en la época de los indianos? Ya
verán como pronto repone la televisión estatal los interminables capítulos de “Marco,
de los Apeninos a los Andes” con el mono Amedio y el “¡no te vayas mamá!” los
domingos por la tarde. Las señoras de los presidentes, acompañadas por la Reina, para no aburrirse
mientras sus maridos arreglaban no sabemos qué, han visitado bodegas y han
asistido a paradas ecuestres. Y la televisión que pagamos todos las ha sacado
en los telediarios al estilo del “No-Do”: damas, caballos jerezanos, azafatas
vestidas de “tío Pepe”… ¡A lo que hemos llegado! Hay nervios en el Gobierno por el nuevo plan
de Van Rompuy y los posibles recortes de
un
tercio de las subvenciones regionales en fondos estructurales y un 17% de las
ayudas agrícolas. Se está acabando eso de aparar la mano de lo
que llega de Europa y de ser unos mantenidos a cambio de pasar por los páramos
dos rejas de arado y no sembrar, o de sembrar girasol y no recoger la cosecha. También
somos conscientes que, desde mañana lunes, estarán prohibidos los pagos en efectivo de más de 2.500 euros en las
operaciones en las que intervenga un profesional. De ese modo entiende el
Gobierno que ya no se pagarán facturas falsas a cambio de nada. Bueno, ya se
inventará el “antídoto” correspondiente a esa medida que parece correcta contra
el fraude. Para los albures de la
acción, los españoles agudizamos el ingenio de la reacción de forma magistral.
No descubro nada nuevo si determino que las prohibiciones en España se amortiguan
con el incumplimiento de la norma. Eso, en este país, como sucede con la fiesta
de los toros, forma parte del derecho consuetudinario, por la fuerza de la
costumbre.
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