Hoy toda la prensa comenta los
resultados de las urnas en Cataluña ayer. Artur Mas ha amasado un pan como unas
hostias y le ha hecho un favor a Esquerra Republicana, después de, como bien
señala José Oneto en República.com, “tensar las relaciones con el resto del
país hasta unos extremos intolerables, chantajear al presidente del Gobierno de
España con el Pacto Fiscal, construir todo un prontuario independentista
prometiendo ser un nuevo Estado en Europa que iba a superar en renta y en
bienestar incluso a los países nórdicos, [y] montar una campaña electoral que
ha costado más de 30 millones de euros cuando el paro afecta a casi 200.000
personas”. Eso le ha pasado a Artur Mas por pasarse de listo. También la prensa
cuenta que los duques de Palma han visitado al rey Juan Carlos en el Hospital
Quirón San José. En cuestiones familiares es mejor no opinar. Ya lo dice el
refrán: más sabe el tonto en su casa que el listo en la ajena. Al final ya
verán como el “caso Urdangarín” se disipa como el humo de un pitillo. ¿Todos
somos iguales ante la Ley?
Ja, eso no se lo cree ni el que asó la manteca. Uno, que ya peina canas, es
consciente de que mala cuña es la de la propia madera. José Luis Martín Prieto,
en La Razón,
solicita de Botella una calle para Melchor Rodríguez, el delegado de prisiones
en Madrid que ordenó el toque de queda desde las siete de la tarde hasta las
siete de la mañana para evitar sacas nocturnas con destino a Paracuellos. Pues vale, que se la concedan
sin pérdida de tiempo. Pero tal propuesta, a mi entender, debería haberla hecho
en su día el diario Abc (el “verdadero”, como dice Anson); o sea, cuando era propiedad de Prensa Española.
Posiblemente Melchor Rodríguez salvó la vida, entre otros muchos, a los
hermanos Rafael, Cayetano, Ramón y Daniel Luca de Tena. En el fondo, lo que le
molesta a Martín Prieto es que le hayan concedido una calle en Madrid a Santiago Carrillo. Ahí le duele. Martín
Prieto debería saber que todo en esta vida es relativo y que lo malo nunca es
bueno hasta que sucede algo peor. Y aquí ocurrieron cosas peores después de
1936 y vergonzosamente se intentan silenciar por ver si se olvidan.
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