Rafael Lemus es un diputado
extremeño que se ha convertido en el malo por tener “un fallo de
concentración”, según ha confesado a los medios. ¡Vaya navidades que le
esperan! Los fallos de concentración suelen tener fatales consecuencias, sobre
todo cuando vas al volante de un coche o, cuando en una oposición para cubrir plazas de conserje, escribes que el presidente
de Francia es el Cid Campeador. En el primero de los casos te matas y en el
segundo, te quedas sin esperanza alguna de lograr el ansiado puesto trabajo.
Recuerdo que en el ingreso de Bachillerato (Plan del 57) a los alumnos “libres”
nos hacían un examen. Siempre llevabas dos plumas estilográficas por miedo a
poderte quedar sin tinta. Pues bien, el meollo de la “ruda” prueba radicaba en
la resolución de una división con muchos dividendos y cuatro divisores y en un
dictado en el que no se admitían más de tres faltas de ortografía. El resto de
las pruebas eran orales y de cultura general. Por cierto, dudo que hoy muchos universitarios
hubiesen resuelto favorablemente la prueba de un dictado en el que aparecían adjetivos
tales como hebdomadario, o verbos como prever, que algunos se equivocan al
conjugar como proveer, sin pararse a
considerar que prever se conjuga como “ver” y proveer, como “leer”, etcétera.
Pero a lo que iba, Rafael Lemus, al romper la disciplina de voto impuesta por
el partido socialista con su aparente “equivocación” ha conseguido favorecer al
Partido Popular a la hora de aprobar una
moción para quitar la paga extra a los funcionarios extremeños. Reconozco que
cualquiera puede tener un error humano. Lo que sucede es que los errores se
pagan. Como primera medida, el diputado Lemus ha puesto el cargo a disposición
de su partido. Como segunda medida, le aconsejaría que no saliese de casa ni
para comprar el pan; porque, de acercarse al supermercado para adquirir los
guirlaches, el anís del Mono, la sidra El Gaitero y los matasuegras, se podría
encontrar de frente con toda una caterva de funcionarios encabronados
dispuestos a desollarle vivo.
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