viernes, 23 de noviembre de 2012

¿Qué diría Brenan?



En este laberinto español parece algo anormal que se haya suprimido el homenaje a Franco del próximo día 2 de diciembre en un edificio de titularidad pública. No critico que exista la Fundación Francisco Franco, de la misma manera que no me parecería mal que existiese una Fundación para la Cría de Caracoles en Mansilla de las Mulas. Lo que sucede es que el Palacio de Congresos de Madrid es un edificio propiedad del Estado y que en España, por fortuna, está en vigor la Ley de la Memoria Histórica. Pretender ensalzar a estas alturas del siglo XXI la figura histórica de un tosco militar golpista alzado por la fuerza de las armas a la Jefatura del Estado está fuera de lugar. Proyectar hacer ponderaciones encomiásticas ahora, con la que está cayendo, tratando de sublimar la triste figura de un generalito africanista de voz atiplada, que no dudó en ejecutar a todo el que le molestaba y que dejó a España postrada en un inmenso atraso, produce pasmo entre los demócratas. Y que para tal prevista deferencia se hubiese pensado su ubicación en un edificio de Turespaña (donde, oh casualidad, ejerce de funcionaria Esperanza Aguirre), adscrito al Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, provoca abatimiento. En este país, donde la Justicia será para los pudientes si prosperan las tasas de Gallardón, donde los trabajadores no tienen árbol en el que ahorcarse, donde  Sanidad y Educación han sufrido severos recortes, y donde en el Congreso de los Diputados se aprueba lo que le viene en gana a los componentes de un Partido Popular siempre amparado en su mayoría aplastante, resulta que nos encontramos, como diría F. Mateu, “manejados por una masonería de intereses aconchabados en los diferentes organismos de nuestra Administración”. Y eso lleva a que “parezca normal” lo que no lo es.

No hay comentarios: