En algo tiene razón Anson, si el
PP gastó en 2011 la cantidad de 133.389.210 de euros e ingresó 12.303.879 por
las cuotas de sus afiliados, quiere decirse que la diferencia, o sea,
121.085.331 de euros procedieron de dos vías: una, la mayor, por subvenciones
directas e indirectas del Estado; y, otra, sin cuantificar, de “donativos” de
empresas constructoras a cambio de conseguir concursos de obras y servicios por
el procedimiento más expeditivo, es
decir, por la adjudicación directa. Pero, claro, resulta que el dinero público
sí es de alguien, pese a aquellas declaraciones desafortunadas de una
incompetente ministra de Fomento del Gobierno Zapatero entre 2004 y 2009,
Magdalena Álvarez (hoy imputada por la juez
Mercedes Alaya por los casos de
los ERE fraudulentos en Andalucía), cuando dijo aquello de que “el dinero
público no es de nadie” y se quedó tan fresca. El dinero público proviene, como
bien conocen Ansón y el resto de los españoles, del esfuerzo fiscal de todos.
“Mientras se exigían sacrificios abrumadores a los ciudadanos –señalaba Anson
en “El Imparcial” días pasados-, se compraba a un presunto delincuente que,
también presuntamente, choriceó al Partido Popular 45 millones de euros. Los
más informados cifran esa cantidad en cerca de 100 millones”. Pero lo más
triste de todo, y a eso iba, es que aquel intento de “taponar la boca” a Luis
Bárcenas (18.000 euros de sueldo al mes, seguridad social, despacho, coche de
gran cilindrada, chófer y honorarios de los abogados) fue pagado, al menos en
gran parte, con el dinero de todos los españoles. Pero no es el único caso. La Fiscalía del Tribunal
Superior de Justicia de Andalucía acaba de ordenar a la Policía Judicial que investigue
las informaciones sobre presunto desvío por parte de UGT de subvenciones de la Junta y la presunta elaboración de facturas falsas
para justificar los gastos. Presuntamente UGT desvió fondos de formación de
parados para pagar su publicidad y pancartas para la huelga general del 29 de
septiembre de 2010, así como para el mantenimiento de los ascensores, aire
acondicionado y limpieza de sus sedes. No olvidemos que la
Patronal y los Sindicatos también reciben dinero
público, es decir, dinero del contribuyente. A finales de marzo de 2012, la CEOE rechazó mediante una encuesta interna a sus asociados la posibilidad de
financiarse exclusivamente con la cuota de sus socios, eliminando las
aportaciones públicas. No pudo ser. La mayor parte de los socios entendían que
las aportaciones públicas constituían un “derecho”. Pero ni Patronal ni
Sindicatos, que yo sepa, hacen públicas las cifras que manejan, más todavía si
se añaden las múltiples deducciones fiscales de las que se benefician. Si a
todo ello añadimos el dinero entregado a la Iglesia Católica y los más de 140.000 millones que el Estado ha
inyectado a bancos y cajas, sobre todo
Bankia y Caja Madrid, y que pagará “el maestro armero”, tenemos bastante claro cómo se presenta nuestro
futuro. Juan Rosell, ese iluminado, aboga
ahora por quitar algunos “privilegios” a los contratos indefinidos e
incrementárselos a los temporales. Pero ahí no acabará la cosa. La Patronal, como es obvio,
seguirá apretando la tuerca mientras perdure el desesperante silencio de los
corderos.
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