Me parece acertada la idea de
retirar el anuncio publicitario de Loterías y Apuestas del Estado en el que se ven las piernas y
parte del cuerpo de una mujer, que a su vez sujeta una maleta, donde debajo y a
la izquierda puede leerse: “1 de cada 3 quiere tocarte. Déjate”. Esa mujer con
maleta en mano me recuerda a una de tantas chicas engañadas, que llegaron a
este país buscando trabajo desde otros lugares de la Europa del Este, y que
terminaron siendo “pescadas” en las redes de proxenetas sin escrúpulos. El
Estado ni puede ni debe promocionar el “sorteo extraordinario del turista” con
eslóganes machistas de la más baja estofa. El Ministerio de Economía y
Hacienda, que se lleva el 30% del importe total de los billetes emitidos en cada
sorteo más lo que caiga con el nuevo impuesto, y en alguna ocasión hasta el
importe íntegro del premio “gordo” (tal y como aconteció con el sorteo de
Navidad de 1931 con el número 24717, no vendido), tampoco debe auspiciar
campañas publicitarias que se conviertan en un grave ataque a la dignidad de
las mujeres. Los décimos de lotería son documentos al portador de valores del
Estado y merecen un tratamiento digno. Naturalmente que todos deseamos que la
lotería nos toque, para eso jugamos. Pero utilizar un mezquino juego de
palabras con doble intención para animar al ciudadano a la compra de décimos y,
en consecuencia, aumentar los ingresos del Estado parece mezquino. Dejarse
tocar, a mi entender, es una elección y acto de libertad. Que nos toque un
premio en un sorteo, un caso de suerte. Al Ministerio de Economía y Hacienda,
que preside Cristóbal Montoro, le ha
faltado tacto a la hora de contratar la publicidad. Este ministro podría haber
sugerido un fragmento de “Mañana sale” y todos nos hubiésemos encandilado con
la voz de Concha Piquer: “¡Cuatro series!, ¡Qué bonitas! / ¡Voy tirando los
caudales!/ ¡Son de doña Manolita! / ¿Quién me compra esta penita? / ¡Mañana,
mañana sale!”. Pero no, Montoro ha tomado el número cambiado a los españoles y
ha preferido para publicitar los sorteos
oficiales el ramplón juego de palabras con doble sentido, más propio de las
rifas de feriantes en la sevillana “Velá” de Santiago y Santa Ana, o de los
cuplés de Raquel Meller. Nos ha confundido, supongo, con la hermana Tomasina y
ha creído que tal desacertado anuncio lotero nos haría caer en una desfloración
erótica y en un profundo abismo místico por aquello de que “uno de cada tres
quiere tocarme”. Montoro y el resto del Gobierno Rajoy ya está empezando a
tocarme… los cataplines.
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