Algunos ciudadanos nos
preguntamos cómo puede taparse un escándalo de mayúsculas proporciones
políticas como es el “Caso Bárcenas”. Sólo cabe una respuesta: con un escándalo
mayor. Y eso, ¿cuándo se destapará? Supongo que el día que lo deseen los que
realmente gobiernan en la sombra y nunca dan la cara, o sea, los dueños del
dinero. Esos tipos que nunca aparecen en los periódicos, salvo cuando se
celebran juntas de accionistas de las compañías que controlan, y que sitúan en
las cabezas de lista a los políticos que les interesa para que, con un poco de
suerte, si suena la flauta y consiguen el poder “democráticamente”, es decir, merced a unas las listas cerradas que
confeccionan las oligarquías de los partidos, pastoreen a los ciudadanos como
si éstos fueran ovejas, mientras ellos,
los dueños del dinero, se esconden para reírse. Pero los pastores disponen de
perros que auxilian los movimientos del ganado y, a veces, el perro se rebota,
se le cruzan los cables y termina mordiendo la mano que le da de comer. Los
escándalos, como el veneno, hay que saberlos dosificar. Pero todos esos
escándalos escabrosos hay que sacarlos de debajo de la alfombra y “ventilarlos”
antes de 2015, cuando el Rey celebre el cuadragésimo aniversario de su reinado mediante
una gran amnistía, como propone el nuevo “redentor” Luis María Anson. Y a
partir de ahí, borrón y cuenta nueva, todos los contadores políticos se ponen a
cero y vuelta a empezar con el viejo juego del bipartidismo instalado. Ahora
gobiernas tú, luego gobierno yo, y vuelta a empezar. Y el Rey, que firme en el
BOE y ayude cuando se lo soliciten los sosias de Cánovas y Sagasta en este
“juego de la oca” en el que PSOE y PP son los que agitan cubilete y dado y
mandamás en la merienda de negros, o en la alifara, como se dice en Aragón. Es, no sé, como en “El delincuente honrado”,
de Gaspar Melchor de Jovellanos, donde Torcuato es condenado a muerte por haber
participado años atrás en un duelo donde
éste acabó con la vida del anterior marido de su esposa. El juez, que es su
propio padre, no detiene la ejecución. Pero la obra teatral tiene un final
feliz gracias a la intervención del Rey. Pues bien, los ciudadanos son
conocedores de que “el Gobierno se financió ilegalmente con dinero de grandes
empresas a cambio de favores administrativos y concesiones varias”, en palabras
textuales de Jesús Cacho en “Vozpópuli”. También, que Urdangarín será el chivo
expiatorio de los males que afectan a la Corona, el cordero a degollar para ofrecérselo en
el ara a la legión de ciudadanos hartos que ya no saben cómo salir del túnel y;
cómo no, a mayor gloria de una Segunda Restauración borbónica “atada y mal
atada” por un militar africanista, golpista, responsable de nuestro atraso
manifiesto con respecto al resto de países de nuestro entorno, caudillo de España por la gracia de Dios y aupado
a la Jefatura
del Estado sobre la peana de casi un
millón de muertos. Los “dantes (del Ibex 35) y tomantes” de este país arruinado
hicieron el paseíllo por la
Moncloa no hace mucho tiempo, mientras el Rey marchaba a
Marruecos con un rol de presos a indultar en una mano, en la otra una muleta al
estilo de los “caballeros mutilados”, para visitar a su “primo” Mohamed VI en
lo que parecía un signo de amistad, como sucede cuando el primo del pueblo
aparece por casa de forma inesperada para las Fiestas del Pilar, nos trae un
par de pollos vivos por deseo de agradar y nos cuenta que ha venido a Zaragoza
por casualidad, porque le ha traído en su coche un vecino que venía a visitar la Feria de Muestras. Mas
tarde, ni sabemos qué hacer con los pollos vivos, ni tenemos tiempo para
acompañar al pariente a escuchar cantar jotas en un templete, ni tenemos sitio
en casa para hospedarle. La lista de presos a indultar, con motivo de la Fiesta del Trono, entregada
por España al rey de Marruecos casi le cuesta a nuestro país un conflicto
diplomático por la inclusión (¿por CNI?) de Daniel Fino Galván, un sinvergüenza
condenado a 30 años de cárcel en 2011 por abusos cometidos a once menores, a
los que también grabó en video. La actitud de García-Margallo en lo que
respecta a la Gibraltar
no es cosa distinta a fuegos de artificio. Otra cortina de humo entre
bambalinas.
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