El camionero Antonio Ruiz dice
verdades como puños. Y las cuenta en ruta, sin soltar el volante. El camionero
Antonio, que está arrasando en Youtube cuenta lo que todos pensamos y no
decimos. Al pueblo le atenaza el miedo y no se atreve a denunciar, menos aún
cuando el hecho de reclamar una factura –como señala Antonio- le cuesta 400
euros de tasas judiciales gracias al ministro Alberto Ruiz-Gallardón que, como
sucede con el papa Francisco, parecía que era uno de los nuestros pero es uno
de los suyos. El ministro de Justicia defiende el derecho a nacer pero no a
vivir dignamente. Jorge M.Reverte lo dejaba claro en El País el pasado 12 de
mayo: “Más del 50% de las jóvenes españolas (que son las que presumiblemente
pueden tener niños) están en paro. Si alguna de ellas comete el error de
quedarse embarazada, puede encontrarse no con el derecho a parir a un hijo,
sino con la obligación de hacerlo, sea cual sea su circunstancia vital. Y si el
nacido tiene taras irreversibles, tendrán que arrastrar durante toda su vida
esa penitencia”. ¿Y que me dicen de la ministra Báñez? Está impulsando la
delación anónima para combatir el fraude en el empleo. El Ministerio invita a
entrar en su página web y rellenar un formulario de forma anónima, labor que a
todas luces corresponde a los inspectores de Trabajo. El Ministerio tiene la
pretensión de crear un Estado policial fascista y un país lleno de chivatos
para que se “acabe el recreo” de los defraudadores, como dijera García-Margallo
en lo concerniente a Gibraltar. La ministra Báñez, por lo que se desprende de
esa invitación al chivateo, desconoce el artículo 13.2 de la ley 42/ 1997,
de 14 de noviembre y, en consecuencia, incita a los ciudadanos al
incumplimiento de esa ley. A esta señora le salió mal encomendarse a la Blanca Paloma en Almonte, el
país sigue con 6 millones de parados sin visos de solución y ahora está
probando suerte con la inestimable ayuda gratuita de confidentes y delatores,
que haberlos haylos, en un intento de retirar de la circulación prestaciones de
desempleo fraudulentas, que es otra forma de atajar la alarmante cifra de paro;
o sea, lo más parecido a pasar la lotería por la chepa de los jorobados con la
intención de que traiga suerte. Ya sólo falta que el anónimo ciudadano rellene
el impreso correspondiente y denuncie de forma anónima a su vecino, a su jefe y
a su padre, en vista de que la esperanza de la ministra en el prodigioso
milagro de la Blanca Paloma
se desvigoriza por momentos. Es, por decirlo de alguna manera, como si el
camionero Antonio pretendiera amainar su manifiesto cabreo mediante el consumo
de tisanas de culantrillo y hojas de laurel.
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