La práctica del “wingfly” tiene
un peligro evidente, si consideramos el accidente y posterior fallecimiento de
Álvaro Bultó, en los Alpes suizos al tratar de imitar el vuelo de las aves con
unas alas artificiales. El ser humano, que ha pasado de jugar a la brisca y a
los bolos a lanzarse desde el balconcillo de un hotel playero hasta una piscina
en lo que ya se ha dado en denominar como “balconing”, ha perdido la chaveta.
En abril pasado fue un eurodiputado alemán del partido CDU el que saltó a una
piscina desde un séptimo piso en el “Little Palace” de Lloret de Mar, donde se
celebraba una eurocumbre sobre la
Ley de Costas. Tenía 45 años y murió en el acto. Horas
después, otro eurodiputado, en este caso un conservador británico de 57 años,
sufrió la misma suerte. Y en ese mismo mes, otro “torie” británico de 62 años
se fracturó el cráneo cuando intentaba saltar de balcón a balcón de madrugada
para encontrarse con una socialista polaca. Eso de “balconear” parece ser que
se le daba bien a un conocido mío, Ceferino Machichaco, hasta que en cierta
ocasión regresó a casa el marido de una señora cuyo nombre evitaré, al que le
tocaba turno de noche, por culpa de un dolor agudo de barriga. El encargado le
dijo a Paquito Ferrusola que se marchara a casa, que tomase una infusión de
manzanilla con unas gotas de anís, a ser posible anís “Machaquito”, y más tarde
se aplicase una lavativa, y que cuando se hiciese de día visitara al médico en
el ambulatorio. Pero cuando Paquito Ferrusola abrió la puerta de su casa,
Ceferino Machichaco tuvo que salir al balcón de la alcoba con los calzoncillos
y los pantalones en la mano. Menos mal que era un entresuelo. Ceferino
Machichaco pudo saltar a la calle y desaparecer en la noche entre la bruma
morada de una ciudad casi desierta. Se dislocó un tobillo y, a la mañana
siguiente, en la sala de espera del ambulatorio coincidió con Paquito
Ferrulosa. Sólo se conocían de vista. A lo mejor Dios mandó que se encontrase
Paquito con Ceferino para que lo escarmentase, pero Paquito tenía aires de
sarasa y escasos deseos de porfías. Además, toda mujer, como contaba C. J.
Cela, debe tener tres hombres a quienes servir, el marido, el amante y el
suplente. Periódico en mano, Ceferino y Paquito, leyeron con mucha atención la
noticia del “balconing” en Lloret de Mar. Así no hay quien gane batallas.
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