lunes, 11 de agosto de 2014

Carlos Floriano



Carlos Floriano está satisfecho porque la UE haya instado a investigar el blanqueo de capitales en la colonia británica y el contrabando de tabaco procedente de Gibraltar. Por los visto se acaba de enterar este político de la derecha que en Gibraltar, además de monos y llanitos existe un trasiego de blanqueo y contrabando de tabaco. Pues hombre, como en Andorra. Y aprovecha para referirse al grave problema de la economía sumergida. Y todo ello lo ha dicho en Jerez, no sabemos si mientras tomaba una copita de Tío Pepe. Estamos todos de acuerdo, supongo, en que no deberían existir paraísos fiscales en la Comunidad Europea, de la misma manera que no debería haber tipos como Bárcenas  ni entramados como Palmarena y Gürtel en el seno de su partido. Y ahí están, como la Puerta de Alcalá, alguno en la cárcel y el resto viviendo la vida padre como si no fuese con ellos. Carlos Floriano, cacereño de nación y profesor titular de Economía Aplicada en la Universidad de Extremadura, debería aplicarse el cuento de la economía aplicada en Andalucía, la región con mayor número de parados de España, y ser consciente de que cada andaluz se aplica su economía familiar del modo que Dios le dio a entender, o sea trapicheando con tabaco con el mismo énfasis que en tiempos de Fraga ponían los gallegos. Carlos Floriano debería saber que la economía sumergida da de comer a muchas familias que, de no ser así, llevarían muchos años clareándoles la raspa. Carlos Floriano, que se me antoja como un vendedor de calzoncillos “Cañamares” al detall en la forma de expresarse, debería preocuparse de que el Partido Popular, con mayoría absoluta en el Congreso y en el Senado, cumpliera su programa político y sus promesas electorales por vergüenza torera. Pero pedir, como pide el de Extremadura, no sé si con una copa de Tío Pepe en la mano, que la Oposición se “implique” en el problema del Peñón, cuando sabemos que el problema lo están creando ellos, es como pedir peras al olmo. Que cada palo aguante su vela. Y aprovecho aquí para recordarle a Floriano lo que le dijo el mozo de espadas de Rafael Gómez Ortega a la locomotora en el andén de la Estación de Atocha, ya llegados desde Sevilla, que silbaba y soltaba vapor y carbonilla: “¡Esos cojones en Despeñaperros!”. Pues bien, Floriano: ¡esos cojones a Picardo!

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