El alcalde de Valladolid tiene su
clientela y le seguirá votando pese a sus ramalazos machistas. Posiblemente se
le haya entendido mal, pero a ese ginecólogo no llevaría a mi mujer o a mi hija
para que le hiciese una citología. León de la Riva, que así se llama este alcalde grosero y
esperpéntico, recuerda a aquellas películas de la España del destape donde se
veía como algo “normal” soltar chistes machistas en las tabernas. Nuestro país
ha cambiado a mejor, pero todavía queda un amplio sector de la población
insensibilizada con la igualdad de género y continúa haciendo “gracietas” de
baja estofa en los corrillos de amigos. Cuarenta años de represión franquista,
con el apoyo incondicional de la Iglesia
Católica, que todo sea dicho, han dejado un marchamo difícil
de superar, como lo han demostrado con sus ramalazos intolerantes el alcalde de
Toledo, el de Valladolid o el exministro Arias Cañete. La Coordinadora de
Mujeres de Valladolid ha reaccionado con una manifestación de indignación
colectiva, pero corresponde a los partidos políticos, que pusieron en su día
como cabeza de lista a tales mamarrachos, cesar de inmediato a todo aquel que
todavía entiende que existe en nuestro país derecho de pernada. La portavoz de
esa Coordinadora vallisoletana, Marisol Morais, ha recordado “que se asesinan a
muchas mujeres por violencia de género y que el propio Ministerio del Interior
contabiliza más de 1.000 violaciones al año denunciadas”. Ante tal turbio
panorama, sobran excusas de mal pagador. A la mierda con ellos.
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