Que yo sepa, para recibir la
comunión dentro del seno de la Iglesia
Católica sólo es necesario estar en estado de gracia y
respetar el ayuno eucarístico. Dicho eso, no entiendo la razón por la que el
párroco de la villa de Sorihuela del Guadalimar, en la provincia de Jaén, se
negase el pasado 7 de agosto a dar la comunión a una muchacha menor de 16 años
por, según éste, “no ir vestida de forma
adecuada” para recibir el sacramento. Pero la fotografía de la chica que abre
este trabajo demuestra a las claras que ella vestía correctamente cuando
asistió en la parroquia de Santa Águeda al funeral del abuelo de un amigo.
Tiempo atrás, el párroco había colocado un cartel en la entrada de la parroquia
en la que advertía que no se podía entrar al templo con tirantes o pantalón
corto. El caso es que la negativa del cura a administrarle la comunión le ha
supuesto a la muchacha una “ansiedad reactiva”, en palabras del médico, y sus
padres ya ha presentado la correspondiente denuncia ante la Guardia Civil de Castellar. Una
denuncia que sólo sus progenitores estarían dispuestos a retirar si el
cura Fernández, que así se llama el párroco, se disculpase en la iglesia donde
se produjeron los hechos cuando esté llena de fieles. De momento los
sorihuereños están divididos: unos a favor y otros en contra de la decisión
adoptada por el párroco. La alcaldesa, la socialista Ana Belén Rescalvo, le ha
quitado importancia al incidente y acusa a la familia de la muchacha de
“exagerar” lo ocurrido. ¡Qué sabrá ella! Ciertamente, algunos curas retrógrados,
al igual que sucede con los castaños, hacen la sombra muy oscura. Hay mucho
mastuerzo por ahí sin ganas de intentar recuperar el tiempo perdido en
gorigoris. Menos mal que se ha marchado por donde vino Rouco Varela, ese rompeolas de todas las Españas.
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