A Juan Carlos de Borbón y
Borbón-Dos Sicilias le sucede como a esos viejos empresarios que crearon un
negocio modesto en la época de los planes de desarrollo de López Rodó y que a
su jubilación, y una vez que han puesto la gerencia del negocio en manos de su hijo más amado en el que
tienen puestas todas sus complacencias, continúan acudiendo todas las mañanas a
la nave del polígono industrial para sentirse útil con sólo su acto de
presencia. Y allí, en la nave, se le busca acomodo en un despacho vacío de la
planta superior, ahora inutilizada y antes ocupada por un jefe de sección que
se jubiló antes de tiempo y cuyo puesto ocupacional quedó amortizado para
siempre. Se podrá decir lo que se quiera desde el Gobierno, pero a mí no hay
quien me haga cambiar de opinión. La abdicación del rey Juan Carlos I fue
precipitada y pilló al presidente del Gobierno con poco margen de maniobra. Y,
claro, tal precipitación de acontecimientos de Estado y conocida la irritante
pusilanimidad de Rajoy dieron lugar a no saber qué hacer ni dónde colocar ese “jarrón
de la china na de la última Verbena de la Paloma” que es ahora el rey cesante. Un rey
cesante al que desde el Gobierno se dio una excesiva prisa en aforarlo, que
continúa viviendo en el Palacio de la Zarzuela a gastos pagados, ostentando el título de rey y de capitán
general en la reserva y al que ahora Patrimonio Nacional le está buscando un
nuevo despacho y muebles para que el rey emérito pueda entretenerse recibiendo
visitas, leyendo la prensa y haciendo crucigramas. Ayer recibía y almorzaba con
unos ejecutivos de Mitsubishi interesados en invertir en España, después de
haber dado los nipones un paso atrás en su demanda al Reino de España por los
recortes sufridos en la retribución de sus plantas de energías renovables; y
hoy, 5 de agosto, viajará a Bogotá para asistir pasado mañana a la toma de
posesión de la presidencia de Colombia por Juan Manuel Santos. Ahora sabemos
que hasta después del verano, (cuando llegue septiembre –cantaba Gelu- todo
será maravilloso) no sabremos en qué consistirán las funciones del rey cesante,
o sea, si ejercer las funciones que hasta su coronación hacía el príncipe de
Asturias o participar en la cabalgata de la Epifanía subido en un pedestal y lanzando
caramelos a los niños.
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