Hace poco, el catedrático de
Economía Aplicada de la
Universidad de Sevilla Juan Torres López, en el diario
digital “Público”, refiriéndose a “la casta”, señalaba lo siguiente: “No tienen
miedo de la formación que lidera Pablo Iglesias sólo porque sepan que podría
tomar medidas para acabar con los privilegios oligárquicos que provocan las
crisis y el atraso económico. Lo que sobre todo les aterroriza es que Podemos
encendiera las luces para que todos los españoles se enteren de cómo se han
enriquecido quienes vienen detentando el poder político, judicial, económico y
financiero en los últimos decenios gracias al dinero público y a su información
privilegiada”. En uno de sus últimos trabajos para ese mismo diario, Torres
recordaba que “el Consejo Empresarial para la Competitividad, que
agrupa a las 18 empresas más grandes de España, acaba de hacer público un
informe con propuestas para crear 2,3 millones de empleos hasta 2018". Y Torres
añadía que "es un verdadero insulto a la inteligencia de los españoles”.
Cierto. Las grandes empresas del IBEX 35 han destruido 200.000 puestos de
trabajo en los últimos tres años. Por un lado proponen que se bajen más los
salarios y, por otro, que se suba el IVA y que se luche contra la economía
sumergida. Lo que no se les pasa por la cabeza es la devolución del dinero
trasladado por ellos a paraísos fiscales. Estos tipos, que lo controlan todo,
hasta los gobiernos, hacen suyo aquello que decía el proletario comunista ante
un grupo de gente que le escuchaba: “Hay que repartir la riqueza entre los
parias”. Y uno de aquellos que le
escuchaba, le espetó: “¿También tu moto?”, a lo que el comunista le contestó:
“Eso nunca, la moto es mía”. Cuando la casta se refiere, por ejemplo, a que hay
que reducir el gasto público, lo que quiere decir es que la Sanidad se privatice.
Para ello, nada mejor que aumentar las listas de espera en los hospitales públicos,
a fin de que los ciudadanos se hagan seguros privados de sanidad; o empobrecer
a los jubilados año tras año para hacer creer a la ciudadanía en la necesidad
de hacer aportaciones a fondos de pensiones; o quitar recursos a la enseñanza
pública en beneficio de la enseñanza privada, tanto en Primaria y Secundaria
como en la Universidad,
como vergonzosamente ya está sucediendo. A río revuelto, ganancia de
pescadores.
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