Llevo unos días que no puedo parar en casa por los ruidos. Un
vecino de escalera está de obras en baño
y cocina y no me queda más remedio que tener que aguantar esa batucada tan
desagradable de mazos sobre el viejo alicatado. Pero salir a la calle ha sido
peor todavía, con el guirigay de gente con una servilleta de cuadros rojos y
negros al cuello para arriba y para abajo, de norte a sur y de este a oeste,
entre la bulla de pitos, flautas, olor a comida de chiscón, flores a María,
petardos, niños con trompetillas y globos que en cada descuido se les marchan
al cielo y veladores hasta la bandera. Este país necesita sosiego. Los
españoles, ya se sabe, para encubrir su falta de razones, hablan a gritos y
empujan sin pedir perdón. Así no vamos a ninguna parte. Lo dice Gala: “los
españoles estamos, en general, mal educados. Somos soberbios, pero tímidos;
acomplejados, pero vanidosos; individualistas, pero inseguros”. Luego están los
que dicen que no hay nada que celebrar el día del Pilar, que coincide con el
día de las Fiesta Nacional. Que a los indios les tratamos mal, etcétera. Y
otros, como Peñafiel, que preferiría que en el desfile de las Fuerzas Armadas
de ese día, el Rey estuviese en la tarima presidencial junto al ministro de
Defensa en vez de junto a su consorte y a las niñas, que todavía son muy
pequeñas. Kerry, que ha venido a España para firmar un pacto por el que se llevará las tierras contaminadas de
Palomares al desierto de Nevada, ha recibido de García-Margallo una guitarra
como regalo de bienvenida. Kerry pensaba venir hace unos meses, pero se cayó de
la bicicleta. El titular de Exteriores
se ha quedado corto. Podía haberle donado, a la vez que la guitarra, una
copia de Bienvenido Mr. Marshall y
otra con Fraga bañándose en el Mediterráneo. No sé, pero ese viaje de Kerry me
mosquea. Ahora se llevarán las tierras contaminadas de Palomares, después de caso 50 años del choque de aviones. Pero, ¿a
cambio de qué? ¿Y los daños colaterales producidos hasta la fecha en la salud
de los ciudadanos? Eso es lo que no nos cuentan. Y encima les regalamos
guitarras.
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