Me causa desconsuelo ver a un alcalde “derrotado” y
confiando en que el próximo lunes, –como señala Heraldo de Aragón- “el sentido común se imponga y se alcance un
acuerdo sobre las ordenanzas fiscales que permitan que el Ayuntamiento pueda
recaudar algo aunque sea menos de la mitad de lo que nos habíamos planteado
desde Zaragoza en Común”. Eso de que “el Ayuntamiento pueda recaudar algo” me
recuerda a esas familias casi al borde de la inopia esperando que alguien les
eche una mano para no ser desahuciadas. Es, digo, un canto de sirenas, que
nadie escucha. El PSOE, su aparente aliado, le ha salido rana. Pérez Anadón, el eterno segundón que
esperaba alzarse con el santo y la peana, espera sentado a la puerta del
Consistorio para ver pasar el cadáver del tipo que le pisó en el callo. Así
mal, muy mal. La actitud “intolerante, obstructiva y cerril” de los ediles del
PP, PSOE y Ciudadanos la terminaremos
pagando, como siempre, los ciudadanos de Zaragoza. En el PP se entiende. En
Ciudadanos, que es su marca blanca (como Hacendado
lo es de Mercadona), también. Pero en
el PSOE no llego a comprender ni su oposición al cambio de nombre del Pabellón Príncipe Felipe ni que desee
que sean los más pudientes los que aporten más dinero con algunos gravámenes
municipales para intentar salir de la bancarrota en la que se encuentra el
Consistorio por una mala gestión socialista que duró más de una década. ¿Qué
sería de Pérez Anadón (que tenía unas pésimas relaciones con Belloch y que pasó su rodillo “damasco”
por encima del candidato Javier
Fernández) sin su garfio para trabarse en la política socialista como una
ladilla a un escroto? ¿Así se facilitó el proceso de primarias? Pérez Anadón,
que había puesto en marcha la maquinaria de primarias incluso con la hipótesis de
alcanzar el aval del 50% de la militancia, no le dejó a Fernández ni recabar
apoyos a su candidatura. Se sabía ganador en las apuestas antes de comenzar el
combate por la Alcaldía.
Era su particular “toma de la Bastilla” sin compañeros
mejor preparados que le pudieran hacer sombra. Unos pactos para colocar a Lambán al frente del Gobierno de Aragón, aunque vigilado de cerca
por Pablo Echenique, dejaron a Pérez
Anadón de eterno segundón. Pero se mantuvo de edil y puede seguir comiendo
caliente en tiempos de tribulación, cuando no conviene hacer mudanza y cuando
ya no quedaba sitio para él en las cajas de ahorros intervenidas, que, hasta
entonces habían sido refugio para políticos y sindicalistas amortizados que no
encontraban árbol donde ahorcarse. En fin, esto es lo que hay. Pero no pasa
nada. Algo parecido a lo que le están haciendo a Santisteve, le ocurre a la jurista Manuela Carmena en Madrid, a
José María González Santos en Cádiz
y a Joan Ribó en Valencia, al que le
“acusan” desde la derechona de que “ya se ha cansado de la bicicleta”. ¡Hace
falta ser memos! De momento no pueden con Ada
Colau, que los tiene bien puestos. Santisteve merece respeto por parte de
los ciudadanos y lealtad por parte de aquellos políticos que le auparon. Poner
las reglas de juego en mitad de la partida sólo beneficia a los granujas,
incapaces de saber buscarse la vida y que sólo aspiran a seguir viviendo a
costa del dinero público.
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