En un editorial de El
País de hoy, “Una fiesta ciudadana”,
se comenta a propósito de la Fiesta Nacional:
“Es cierto que España tiene dificultades para encontrar un hecho histórico que
sirva de cimiento a la celebración de la fiesta nacional. En el momento de
instituirse la fecha del 12 de octubre -en 1987- primó la voluntad de reflejar
la vinculación americana de España. Podría haberlo sido la Constitución de 1978,
como símbolo de superación de pasadas divisiones (la Guerra Civil, la
dictadura franquista). Después, las derivas independentistas y las relecturas
de la Transición
por ciertos sectores críticos han restado poder de adhesión al intento de
afirmar uno de los días del año como el de la fiesta de todos. (…) El hecho es
que ahora nos encontramos con una celebración limitada a ámbitos
institucionales y carentes de la suficiente base popular. No es extraño que la
celebración incluya un desfile militar: basta recordar los del 14 de Julio en
París [en recuerdo de la toma de La
Bastilla] para darse cuenta de que otros países democráticos
comparten esa tradición, pero la parada militar no debería ser el hecho público
casi exclusivo de la conmemoración”. Algo parecido ya dijo El País otro 13 de octubre de hace cinco años a propósito de la Fiesta Nacional celebrada el
día anterior. En aquel editorial: “Desfile
con abucheos”, (abucheos a Rodríguez
Zapatero), El País señalaba: “El
12 de octubre, día en que se conmemora la llegada de las tres carabelas a lo
que mucho después se llamó América, es desde 1987, y por decisión casi unánime
de los representantes de los ciudadanos, la fiesta nacional de España. Pudo
haberse elegido otra fecha, pero tal vez no hubiera suscitado el mismo
consenso, y no es cosa de ir cambiándola cada poco, siguiendo las inclinaciones
de arbitristas varios. No es obligatorio que el eje de la celebración consista
en un desfile, pero muchos otros países democráticos comparten esa tradición”.
Como puede comprobarse, la esencia de ambos editoriales es la misma. En
resumidas cuentas: la Fiesta Nacional
de España, (así se escribió hace cinco
años y así se ha vuelto a escribir ahora), no debe reducirse a una parada
militar en Madrid presidida por el Jefe del Estado con comentarios para todos
los gustos, y donde hay coincidencia en que el verdadero protagonista de ese
día no ha sido ni Felipe VI ni su
consorte ni sus hijas presentes en la parada ni, tampoco, el pueblo soberano
que lo mantiene con sus impuestos, sino el chivo de la Legión. Queda claro que la
fecha del 12 de octubre no fue la más acertada, por mucho que primase en los
parlamentarios de entonces la vinculación americana de España. ¿Qué
vinculación? Una “vinculación” que sólo sirvió para llenar este país de
ecuatorianos en tiempos de Aznar como
reclamo de mano de obra barata en la bonanza del ladrillo. Una “vinculación”,
digo, que los españoles descubrimos, por ejemplo, con el cruce de “piropos”
entre Chávez y Aznar, entonces, (donde Chávez le llamó fascista un 9 de noviembre de 2007 y
que se convirtió en fenómeno social) y entre Maduro y Rajoy, ahora.
Una “vinculación”, y termino, entre Argentina y España enrarecida, donde la
juez María Servini de Cubría
reclamaba a la Interpol
el arresto de 20 cargos franquistas en noviembre de 2014 por “crímenes del franquismo”.
Unos presuntos crímenes ya considerados prescritos por las leyes españolas,
pese a que el abogado de los querellantes, Carlos
Slepoy, insistía en que “las leyes de amnistía o punto final no
pueden aplicarse sobre delitos de lesa humanidad, como este caso”. Pero un año
antes, en septiembre de 2013, ya había
reclamado esa juez la detención y extradición de expolicía José
Antonio González Pacheco, más conocido como Billy el Niño y el exguardia civil Jesús Muñecas, por torturas y delitos de lesa humanidad. También
habían prescrito sus acusaciones, y esos canallas se fueron de rositas. Podría continuar, pero aburre. Ya digo,
nuestra vinculación con América Latina no es como para echar cohetes. A España
se le cayeron los imperios al suelo y está fragmentada en 17 trozos. Eso no se
arregla ni con el pegamento Imedio.
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