La ciudad de Zaragoza presentará en los próximos días a un
nuevo cabezudo, que hará el número diez. Se trata de Serafina, la entrañable cerillera de El Tubo. Serafína, que en
realidad se llamaba Herminia Martínez
Lines, madre de 5 hijos naturales (Adolfo, que murió a los 20 días de
nacer, Armando, Javier, Serafín y Alfredo) de los que viven 3, además de
7 hijos adoptados: “Toño, Juan Carlos, Jesús…, “uno era hijo de un camarero de El Plata, otro de un
limpiabotas, otro no sé…”; estuvo vendiendo tabaco y otros adminículos “para el catarro”, que es como en la
jerga callejera se llamaba a los condones, durante más de 65 años entre las
fachadas de Casa Colás y el Bar Mi Casa, muy cerca de la puerta de El Plata. Falleció a los 83 años de edad
en 2011. En una entrevista que le hizo R.Lahoz para Heraldo
de Aragón poco antes de su muerte, decía Serafina: “Me levanto temprano, a
las 7.00 en punto de la mañana. Ahora vivo en Nuez de Ebro con mi hijo Alfredo,
que me cuida muy bien. A las 8.00, cojo el autobús y me vengo para Zaragoza. Mi
hijo se levanta cuatro horas antes, pues trabaja repartiendo congelados. Voy a
Zaragoza sola. Desayuno en la Plaza
de España y, después de leer el Heraldo,
voy al Tubo, me pongo el delantal y empiezo a vender tabaco, que es lo mío. Ahora
Alfredo no me deja trabajar los domingos. Dice que tengo que descansar. Yo le
hago caso, aunque le digo que El Tubo es mi vida, que me moriré aquí, que el
día que no me vean será porque me habré muerto. Solo he faltado cuatro días al
puesto. Fue cuando murió mi hijo Serafín, que era guardia civil. Falleció en un
accidente”. Por aquellos días de la entrevista del periódico, Serafina fue
nombrada pregonera de las fiestas de El Tubo y recorrió las calles de esa zona
del Casco Viejo en una carroza engalanada junto a Mary de Lis, Marga Castillo
y Corita Viamonte. “Herminia (según
leo en Heraldo de Aragón, Marta Garú, 20.02.11) llegó al Tubo en
los años 60. Entonces no estaba sola en lo que ha sido su oficio. Había otras
cigarreras más como ella, y loteras y revisteras que intentaban vender su
mercancía en unas calles con olor a calamares y camareros con pajarita y gomina.
Entonces limpiaba el café cantante por la mañana y por la noche. El resto del
día lo dedicaba a vender los cigarrillos que le traían militares de aviación de
la Base
americana o
amigos de Canarias. Luego los empezó a comprar en Andorra. Lo hizo durante años
y, de vez en cuando, se llevó alguna multa por parte de la autoridad. Pero el
disgusto más grande vendría en septiembre de 2009 cuando, en vísperas del Pilar,
la Guardia Civil
detuvo al marido de su nieta en la autopista cuando regresaba de
Seo de Urgel con 252 cartones de cigarrillos y 57 cajetillas de puritos Rossli. A Herminia no le disgustó que le
pillaran el tabaco. Lo que le dolió fue que el joven se viera involucrado y,
posteriormente, juzgado y condenado. También ella se tuvo que ver en los
papeles acusada de contrabando, pero la fiscalía le retiró los cargos”. Pues
bien, ahora resulta que el Ayuntamiento de Zaragoza, presionado por
determinados grupos anti-tabaco, ha decidido que el cabezudo que representa a
Serafina no lleve un pitillo en los labios. Un cigarrillo que no echa humo y
que es de quita y pon, para que cuando Serafina haga carrreras callejeras entre
los niños no lo lleve en la boca. ¿Sucederá lo mismo con los personajes que
representan a Popeye con una pipa o
al personaje de Groucho Marx con un
habano? Creo que no. En fin, ya sabemos que el tabaco es malo para la salud,
pero no está prohibido. No cabe duda de que hay gente que se la coge con papel
de fumar. Pura hipocresía.
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