Poca cosa deben de tener en cartera los ediles del PP en el
Ayuntamiento de Zaragoza cuando proponen en una moción, como propusieron ayer
en el Pleno, declarar persona no grata a Willy
Toledo por haberse ciscado ese actor hace quince días en la Fiesta Nacional y en la Virgen del Pilar. No cabe duda de que Willy
sea un impresentable y que debería pensar lo que dice, aunque solo fuese por
evitar susceptibilidades. Y aclarado eso, lo cierto es que el PP se quedó sin
apoyos en su peregrina propuesta. Sus 10 votos favorables estuvieron en contra
de las 10 abstenciones del PSOE y de los 11 votos en contra de CHA y de ZeC. El
PP, por iniciativa propia, pretendía canalizar el “supuesto” malestar de los
zaragozanos sin conocer su opinión. Lo que el PP debería saber es que los
ciudadanos no necesitamos de “procuradores” a la violeta. Estoy de acuerdo con
ese grupo municipal en que, como dice un verso de Ezra Pound, “el latín es
sagrado, el trigo es sagrado”. La
Virgen del Pilar merece el respeto debido y la Fiesta Nacional,
que coincide con la Patrona
de Zaragoza, no termina de calar en el sentimiento popular. Toda la fiesta se
reduce a una parada militar en Madrid presidida por el Rey y a un cóctel posterior en el Palacio Real para 1.500 personas
de diverso pelaje. Es decir, una mierda pinchada en un palo. Pero yo, que no
tengo nada que ver con el actor Willy, puedo decir, y digo, que me defeco en
los organigramas de un Gobierno que no
reduce el paro ni cumple sus promesas; en los políticos corruptos, en los
bancos usureros, en los especuladores de Bolsa con información privilegiada; en
la exministra que dijo en su día, siendo ministra, que “el dinero público no es
de nadie”; y en la triste comparación del aborto con el Holocausto, como se
atrevió a comparar el obispo de Guadalajara, Juan Antonio Reig Pla, sin despeinarse el tupé. Uno puede exonerar
el vientre cuando y dónde le venga en gana. Sólo es cuestión de abrir el
esfínter, defecar y limpiarse el trasero con una piedra del camino. Y para aquel
que esté en desacuerdo, le invito a que lea “Gracias
y desgracias del ojo del culo”, de Don
Francisco de Quevedo y Villegas, que era más inteligente que todos aquellos
que se escandalizan de la materia fecal, o de que “entre dos piedras feroces
ande un edil dando voces”.
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