En Sevilla, “en el
Altozano, entrando en San Jacinto a la derecha estaba la extinta bodeguita de José Lérida”, donde el limpabotas Chaque de Triana “con mucho arte y
tanta humanidad que humanizaba todo lo que le rodeaba”, sacaba brillo a los
zapatos de la distinguida clientela. Murió el pasado día 3 de febrero, según
cuenta en El Correo de Andalucía Manuel
Bohórquez, al que da gusto leerle. A mí estas cosas me causan pena. Me desconsuela
que desaparezcan hombres con oficios casi amortizados. A Chaque de Triana no
llegué a conocerle pero da igual, eso es lo de menos. Hay oficios casi
amortizados o amortizados del todo. Lo contaba Antonio Burgos en su columna de ABC
del pasado 28 de enero a propósito de la muerte de José
Cantos Navarro, muerto tres días antes, y de profesión “viejo
telegrafista”, como él ponía en sus tarjetas de visita. “No sólo han
desparecido los oficios tradicionales –decía Burgos- que dieron nombre a muchas
calles gremiales: toneleros, boteros, albéitares, curtidores, talabarteros,
herradores, lateros, silleros... También han desaparecido ya, como nuestro
viejo telegrafista, los oficios de la revolución industrial: torneros,
fresadores, caldereros. En el tren ya no quedan maquinistas, ni fogoneros, ni
revisores, ni factores, ni mozos de estación. En los periódicos ya no hay
linotipistas, ni cajistas, ni ajustadores, ni correctores, ni atendedores.
Hasta las tecnologías de la comunicación de han quedado antiguas: ya no hay
télex, ni teletipos. Hasta el propio fax es una antigualla”. Algo parecido le
sucede a mi vieja radio de válvulas Telefunken,
que permanece muda en un rincón del cuarto de estar, o a mi vieja máquina de
escribir Underwood, que ya ha
cumplido más de noventa años y que dejó de trabajar para siempre el día que me
compré un ordenador a plazos. El oficio de limpiabotas, ay, fue desapareciendo
al tiempo que lo hicieron los viejos cafés, como el madrileño Regina, limpio y elegante, bajo el hotel
del mismo nombre, en Alcalá, 19, donde Manuel
Azaña se sentía más literato que político. Hoy es una oficina bancaria. Y
así todo.
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